En medio de la situación tan compleja que se vive en Kabul tras la victoria de los talibán en Afganistán, la reportera de CNN, Clarissa Ward, ha sido víctima de la represión del grupo extremista. Justo cuando realizaba un reportaje intentando acceder al aeropuerto de la capital, un grupo de personas armadas la acosaron a ella y a su equipo para que se tapara la cara. Tal es así, que el productor desplaado a la zona estuvo a punto de ser golpeado con una pistola.

Ward estaba grabando un reportaje recogiendo el “caos” y la “desesperación” que se está viviendo en la zona mientras miles de afganos, muchos de los cuales ayudaron a Estados Unidos a luchar en la guerra, piden a las tropas que los evacuen del país para evitar represalias de muerte.

La corresponsal internacional jefe vestíaun hiyab que luce desde la toma de la capital para poder trabajar así sin problemas. Sin embargo, un talibán armado con un “enorme látigo improvisado” se acercó a ella y su equipo mientras le exigía a gritos que “se cubriera la cara”.

La tensión en el momento subía por momentos cuando en un momento dado dos talibanes intentaron golpear con una pistola al productor por grabar un vídeo con su iPhone. El profesional logró evitar el golpe cuando otro talibán cayó en la cuenta de que eran periodistas internacionales. “Sinceramente, para mí es un milagro que no haya habido más heridos muy, muy graves”, relata la periodista en una conexión posterior.

Según explica en el mismo momento Ward, había un “flujo constante de disparos” cerca del aeropuerto, donde 4.500 soldados estadounidenses están estacionados para a evacuar a los ciudadanos estadounidenses y a los afganos que intentan obtener visados especiales por haber ayudado durante la guerra.

La propaganda talibán pasa por las buenas relaciones con otros países

Los talibán han asegurado que no tienen previsto establecer vetos internacionales y que aspiran a tener "buenas relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países", en un contexto en el que las reacciones foráneas van desde el estupor al pragmatismo.

El régimen depuesto en 2001 solo lo reconocían Pakistán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, pero desde la toma de Kabul el domingo los talibán están vendiendo otra imagen que dista de la de hace 20 años y que habla de inclusividad en la toma de decisiones o de respetar los Derechos Humanos.

A falta de ver en qué se concretan estas promesas y del resultado de las negociaciones ya en marcha con los líderes políticos locales --encabezados por Hamid Karzai y Abdulá Abdulá--, los talibán también han tendido puentes hacia una comunidad internacional que por el momento desconfía de lo que Human Rights Watch (HRW) ha descrito como "palabras vagas".

Un portavoz insurgente, Zabihulá Muyahid, ha confirmado este jueves en Twitter la buena voluntad diplomática del "Emirato Islámico", en un intento por salir al paso de los "rumores". "No hemos hablado de no hacer negocios con países concretos", ha asegurado, sin aludir a ningún caso particular.

Estados Unidos, bajo la Presidencia de Donald Trump, se sentó a negociar con los talibán y firmó un acuerdo que, en febrero de 2020, sentó las bases del repliegue militar que ha terminado de consumarse con el demócrata Joe Biden. La principal preocupación de Washington sería la de que Afganistán volviese a la casilla de salida, de nuevo como bastión del terrorismo a gran escala.

La mayoría de gobiernos occidentales optan por ahora por ver qué pasa en el proceso negociador, aparcando por el momento mensajes contundentes en relación al reconocimiento o no de un futuro régimen. "Juzgaremos al régimen según las elecciones que hagan y por sus acciones, en vez de por sus palabras", sentenció el miércoles el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, resumen de un sentir general.

El Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha apuntado en varias comparecencias y entrevistas que el bloque no tiene previsto por ahora ningún reconocimiento, si bien sí ha admitido que se deberán abrir "canales de comunicación" para resolver cuestiones prácticas, empezando por los procesos de evacuación en marcha desde Kabul.