Las conspiraciones en España son el pan nuestro de cada día. Es verdad que algunos hablan de conspiranoias pero, con un tono más serio o más jocoso, ahí están para que el público se regodee ante una pantalla de televisión, o de plasma.

Se acaba de conocer la pérdida del expediente que solicita el indulto del juez (no tengo claro si poner exjuez) Baltasar Garzón. Todas las alarmas se han encendido. Enseguida se ha apuntado al Gobierno, vía ministerio de Justicia, departamento que ha reconocido el suceso.

Podemos hacer cábalas acerca del origen del extravío. El magistrado, amigo, lo que se dice amigo del PP no es ¡Para qué engañarnos! Pero tampoco mantiene una relación estrecha con los del PSOE. Por eso, quizás nos hallamos ante un caso de verdadera conspiración de las altas esferas del Estado. Esto es lo que se puede leer en algunos medios de comunicación, y aquellos que no lo expresan de forma explícita, lo dejan entrever implícitamente.

Los motivos que han llevado a la separación, o expulsión para ser más exactos, de la carrera judicial al magistrado que creó y acuñó el término de estrella, son conocidos por todos. Antes ya había tocado los bemoles socialistas con sus investigaciones. Como en este país lo de la regeneración política adquiere tintes sui generis y convierte a las recién llegadas Esperanza Aguirre o Rosa Díez en sus grandes defensoras, entonces se puede comprender mejor aquello de que Garzón no cae bien a unos y a otros, porque siguen siendo los mismos. En este punto hay que introducir la excepción de IU, claro (todo lo que no le gusta a los socialistas es del agrado de los ‘comunistas’, como les llama una de las regeneradoras políticas mencionadas).

La conspiración de la que se habla tiene que ver con la pérdida de dicha petición presentada por la Asociación de Magistrados Europeos por la Democracia y las Libertades. El documento en cuestión salió camino del Tribunal Supremo en junio de 2012, operación que volvió a repetirse en octubre de 2013 por parte del departamento que dirige el político antes llamado conservador más progresista, Alberto Ruiz-Gallardón, debido a su pérdida. Como es habitual, tanto el ministerio, como el Supremo escurren el bulto.

En este país, donde hasta el ejército, a su ritmo eso sí, se ha ido adaptando a los tiempos constitucionales, lo de impartir justicia todavía huele un poco a naftalina. En la inhabilitación de Baltasar Garzón la intervención gubernamental para ‘apartarlo’ de la carrera judicial fue denunciada por muchos. El PP movió los resortes adecuados que la soberanía popular le otorgó el mes de noviembre de 2011 para teñir todo de azul, incluidos los órganos públicos de control: justicia, cuentas, finanzas, economía, seguridad, información… Hasta el Defensor del Pueblo. El objetivo es claro: controlar a quienes controlan el control.

La pérdida del mencionado expediente deja entrever una conspiración porque al Ejecutivo de Mariano Rajoy no le ha temblado la mano a la hora de poner en los pasillos a quienes no comparten sus ideas e intereses, no en vano, algunos departamentos de la administración ‘están copados por socialistas’.

Sospechar en este caso particular es lícito porque no podemos aludir a una falta de comunicación entre ministerios que es sobresaliente, y si no que se lo digan a De Guindos y a Montoro, o a este y a Soria, o a Morenés con Fernández Díaz, o a Gallardón con el resto… Por ello, cabe pensar en unos movimientos poco claros con el objetivo de retrasar en lo posible el ‘más que seguro’ indulto de Garzón. No es fácil llegar a conclusiones que fijen responsabilidades. En el relato de los hechos, el documento salió del departamento que dirige Ruiz-Gallardón hace año y medio pero no puede haber constancia porque como “todos los indultos se envía vía correo postal, hubiese sido necesario un acuse de recibo por parte del que contrata los servicios de Correos para que al recibirlo, el destinatario firmase la…” Un momento, un momento. Sin duda una lectura detenida y sosegada de la noticia nos da la clave de todo y permite llegar al culpable. Lo teníamos ante nuestras narices y no lo veíamos.

¿Veis como en este país enseguida llegamos a conspiranoicas sin analizar de manera adecuada las cosas? No ha hecho falta la intervención del CNI o de la CIA (o la NSA tan de moda), bastaba con observar con detenimiento el desarrollo de los acontecimientos y llegar al responsable de todo esto: El cartero.

Lo de investigar su afiliación política o inclinaciones ideológicas se lo dejo ya a medios ‘potentes’ y ‘serios’ que yo ya he hecho mi trabajo.