Pues bien, hoy, en su dominical homilía, pedrojota nos desvela los “especiales” detalles de “la visita” de su admirado Murdoch, dueño de varios tabloides sensacionalistas británicos, del ultraliberal diario estadounidense Wall Street Journal y de la ultraderechista cadena de televisión Fox, altavoz supremo y, casi inventora, de la corriente “tea party” del partido republicano.

Las manos tostadas y nervudas de Murdoch
"Los dos mástiles de aluminio blanco apenas se perfilan sobre el horizonte azul como sinuosos trazos de acuarela… Llega con las velas replegadas y eso realza la belleza horizontal de sus botavaras de carbono, armando un subyugante esqueleto antropomórfico sobre sus 56 metros de eslora”. Así comienza el relato de la visita pedrojota, en ese tono de admiración que ya no va a abandonar.

Y así descubrimos que a Pedro J. le gustan las manos de Murdoch lo que más. Nos lo cuenta según le contempla, prismáticos en ristre, acercarse “en lancha rápida” hacia su casa: “Enseguida identifico las manos tostadas y nervudas de Rupert Murdoch: la parte de su cuerpo que siempre me pareció más viva y a la vez la única que muestra a un octogenario”.

Arrebatar al izquierdista New York Times la hegemonía
Pero en realidad la admiración que dice sentir por el magnate no parece conocer restricciones, ni límites: le admira por poseer ese velero, el Rosehearty, que “por la noche será como una catedral iluminada”; le admira porque “introdujo los sistemas electrónicos de producción e impresión en sus periódicos, tras resistir durante más de un año el cerco de los piquetes y toda su violencia sindical”; le admira porque compró el ultraliberal diario Wall Street Journal y supo impulsar su influencia hasta, resalta pedrojota, “conseguir arrebatar al izquierdista New York Times la hegemonía de la influencia mundial”; le admira porque nada “con buen estilo los cientos de metros que separaban su barco de la costa -un paparazzo inmortalizó el momento como si se tratara del cruce a nado del Yang Tze por el presidente Mao-“; le admira, ya se ve, sin límites…

Ni una frase entera para recriminar los métodos del admirado Murdoch
En fin, según se lee en el artículo, a Pedro J. el magnate y su mundo de lujo y poder le gustan tanto -¿y le producen tanta envidia vistos desde su propio lujo y poder, que por comparación le parecen provincianos?-, que no dedica ni una frase entera para recriminar el “escándalo de los pinchazos telefónicos y los pagos a policías” de los periódicos de su admirado Murdoch; pero sí párrafos enteros para hablar de su coraje para ir a ver a “los padres de Milly Dowler, la niña asesinada cuyo buzón de voz fue manipulado por el tabloide «hundiendo su cabeza entre sus manos» (en) un gesto arriesgado que le salió del corazón”.

Incluso, ya puesto a mojarse, Pedro J. se lanza a justificar los desmanes periodísticos cometidos en los medios del gran Murdoch. Dice el admirador que el admirado le dijo: “Hicimos algo que no está bien”. Pero en seguida le exculpa: “ni él ordenó las escuchas, ni tuvo conocimiento de ellas, entre otras razones porque el popular dominical sólo era una pequeña parte de News Corp. Es cierto que pudo haber unas cuantas personas implicadas, pero esa no era una práctica generalizada de su grupo, sino una práctica generalizada de los tabloides británicos”. O sea, mal de muchos…

Murdoch víctima de la inquina de la izquierda
Y así descubrimos que en realidad el magnate australiano es víctima de una conspiración producto de la envidia: “Murdoch es consciente de que hay políticos que han querido pasarle factura -en especial Gordon Brown, que quedó tocado el mismo día que el Sun le retiró su apoyo- y atribuye la saña de los medios de la izquierda a una mezcla de inquina ideológica y resentimiento por haber tenido éxito”.

En fin, puestos a halagar, Pedro J. no puede contenerse y concluye su artículo cayendo en el tópico y comparando a Murdoch con Kane, el magnate norteamericano que sirvió de base a Orson Wells para filmar Ciudadano Kane, y darnos el estremecedor anuncio de que “Rupert Murdoch no morirá nunca”.

¿Pero entrará Murdoch en El Mundo?
Pero sorprendentemente –o no-, a lo que no hace ni una referencia el director de El Mundo, ni para confirmarlo ni para negarlo, es a la especulación que acompañó todas las informaciones sobre el encuentro que hoy él glosa en su homilía. Ni una palabra a explicar si tras este artículo-panegírico está el deseo de que Murdoch, tenga el detalle de comprar, o al menos entrar, en Unedisa, empresa editora de El Mundo y mayoritaria accionista de Veo TV. Silencio absoluto.

El tiempo dirá si los halagos eran gratis. Por cierto, hablando de silencios… En los tuits con los que tonteaba a la adivinanza de “quién vendrá a cenar a casa esta noche” cuando aún no le habíamos visto con Murdoch chapoteando en su piscina –construida, por cierto, según la Audiencia Nacional en terreno de dominio público-, Pedro J. llegó a comparar el momento de satisfacción de esta visita con aquel que vivió asomado a un balcón en Carabaña en 1996, junto a Rato y Aznar. Pues hoy en su artículo no deja escapar ni una palabra, ni un guiño, ni un recuerdo precisamente para el expresidente popular, que, no lo olvidemos, es el gran consejero en España de su admirado magnate australiano. ¡Tch, tch!