La contaminación en Europa ha bajado en los últimos años. Es la principal conclusión de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”, y el Barcelona Supercomputing Center - Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), en un amplio conjunto de regiones europeas entre 2003 y 2019, con el objetivo de evaluar la cantidad de días que superan las directrices de 2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para uno o varios contaminantes.

El equipo de investigación analizó los niveles de contaminación en más de 1.400 regiones de 35 países europeos, lo que representa 543 millones de personas. Los resultados, publicados en Nature Communications, muestran que los niveles globales de partículas en suspensión (PM2,5 y PM10) y dióxido de nitrógeno (NO2) han disminuido en la mayor parte de Europa. En concreto, los niveles de PM10 fueron los que más disminuyeron durante el periodo de estudio, seguidos de los de NO2 y PM2,5, con descensos anuales del 2,72%, 2,45% y 1,72%, respectivamente. En cambio, los niveles de O3 aumentaron anualmente un 0,58% en el sur de Europa, lo que multiplicó casi por cuatro el número de días con mala calidad del aire.

El estudio también analizó el número de días en que se superaron simultáneamente los límites de dos o más contaminantes, una confluencia conocida como "día con contaminación compuesta". A pesar de las mejoras globales, el 86,3% de la población europea experimentó al menos día al año expuestos a ese tipo de contaminación.

Los resultados ponen de relieve las mejoras significativas de la calidad del aire en Europa en lo que respecta a las PM10 y NO2, mientras que los niveles de PM2,5 y O3 siguen superando las directrices de la OMS en muchas regiones, lo que se traduce en un mayor número de personas expuestas a niveles de aire no limpio. "Se necesitan esfuerzos específicos para abordar los niveles de PM2,5 y O3 y los días con contaminación compuesta asociados, especialmente en el contexto del rápido aumento de las amenazas del cambio climático en Europa", dice Zhao-Yue Chen, investigador de ISGlobal y autor principal del estudio.

"Nuestra estimación de la exposición de la población a eventos de contaminación atmosférica compuesta proporciona una base sólida para la investigación futura y el desarrollo de políticas para abordar la gestión de la calidad del aire y las preocupaciones de salud pública en toda Europa", señala Carlos Pérez García-Pando, ICREA y AXA Research Professor en el BSC-CNS.

El reto de controlar el ozono

El equipo de investigación ha utilizado modelos de aprendizaje automático para estimar la cantidad de contaminantes atmosféricos en Europa, como el polvo fino (PM2,5 y PM10), dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono (O3). Estos modelos recopilan datos de diversas fuentes, como satélites, condiciones atmosféricas y del suelo, para proporcionar una imagen detallada de la calidad del aire en Europa a diario, superando las limitaciones de las estaciones de control limitadas. Analizando estos datos, descubrieron que la mayoría de la población europea vivía en áreas donde los niveles de PM2,5, PM10 y NO2 excedían las recomendaciones anuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, ningún país cumplió con las pautas anuales de ozono durante años. 

Los niveles más altos de PM2,5 y PM10 se encontraron en el norte de Italia y Europa oriental, mientras que el NO2 era más alto en el norte de Italia y partes de Europa occidental. El O3 aumentó en el sur de Europa, pero disminuyó en otras áreas. El equipo también destacó la importancia de controlar el ozono, que se forma a partir de ciertos precursores emitidos por actividades humanas como el transporte y la industria. 

Se encontró que más del 86% de los europeos experimentaron al menos un día de contaminación compuesta, donde múltiples contaminantes excedieron los límites recomendados simultáneamente. Esto está relacionado con el cambio climático y la compleja interacción entre diferentes contaminantes, como PM2,5 y O3, que se potencian mutuamente, especialmente durante las estaciones cálidas. 

"La gestión del ozono presenta un reto complejo debido a su vía de formación secundaria. Las estrategias convencionales de control de la contaminación atmosférica, que se centran en la reducción de las emisiones de contaminantes primarios, pueden no ser suficientes para mitigar eficazmente los altos niveles de O3 y los días con contaminación compuesta asociados", afirma Joan Ballester Claramunt, investigador de ISGlobal y autor sénior del estudio. Sin embargo, abordar el cambio climático, que influye en la formación de ozono a través del aumento de la luz solar y el incremento de las temperaturas, es crucial para la gestión del ozono a largo plazo y la protección de la salud pública", añade.

Las temperaturas más cálidas y la mayor intensidad de la luz solar en verano potencian la formación de O3 mediante reacciones químicas. Posteriormente, estos niveles más altos acelerarán la oxidación de los compuestos orgánicos del aire. Este proceso de oxidación conduce a la condensación de ciertos compuestos oxidados, formando nuevas partículas PM2,5. Además, el cambio climático aumenta la probabilidad de incendios forestales, que elevan aún más tanto los niveles de O3 como de PM2,5. "Esta compleja interacción crea un bucle nocivo que pone de relieve la urgente necesidad de abordar simultáneamente el cambio climático y la contaminación atmosférica", explica Ballester Claramunt.