La Inteligencia Artificial (IA) está ganando cada vez más terreno en todas y cada una de las áreas de la sociedad y ya ha conseguido hacerse un hueco sólido en la mayoría de ellas. Lejos de discrepancias y ciertos límites, la ciencia es uno de los ámbitos donde esta inteligencia está aportando mayores ventajas, especialmente en campos como la investigación, la práctica clínica y la formación.
Uno de los centros donde esta tecnología ya se viene aplicando desde hace un tiempo es el Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS). El doctor Alfonso Valencia, director del Departamento de Ciencias de la Vida del centro y profesor del ICREA, señala que “todo lo que hacemos en el Barcelona Supercomputing Center, como en toda la práctica de la biología y la biomedicina, está cada vez más directamente relacionado con la IA”.

El doctor Alfonso Valencia, profesor ICREA y director del Departamento de Ciencias de la Vida del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS)
En esta misma línea, señala: “Estamos desarrollando iniciativas relacionadas con la interpretación de datos médicos, como por ejemplo modelos fundacionales de lenguaje entrenados en español y en las lenguas cooficiales para aplicarlos a textos biomédicos con el objetivo de interpretar y entender informes médicos. También la estamos utilizando para entender y extraer información de radiografías e imágenes médicas. Pero también aplicamos la IA a genomas y proteínas para investigar cómo puede ayudar a diseñar nuevos fármacos”.
Entre otras aplicaciones que está empleando el equipo de Valencia destacan los gemelos digitales, “construcciones de ingeniería que simulan en tiempo real el funcionamiento de un sistema”. Sobre esto, Valencia lo ejemplifica con la fabricación de automóviles: “Un buen ejemplo lo constituyen las fábricas de coches, donde a través de un gemelo digital se puede replicar cualquier circunstancia sin tener que modificar nada en el mundo real”. Y añade: “En el BSC estamos haciendo simulaciones de sistemas atómicos, de proteínas y de fármacos; también hacemos simulaciones de comportamiento celular para analizar cómo evoluciona y responde un tumor a un fármaco, cómo interacciona con el entorno o con el sistema inmune. Todos estos ejemplos vienen a complementar los sistemas tradicionales de ensayos clínicos porque todavía estamos muy lejos de poder simular toda la complejidad de un organismo y del cuerpo humano”.
Rapidez en la detección de patologías
Al margen de todo ello, una de las grandes aplicaciones que puede llegar a tener la IA en el campo de la ciencia es la mayor rapidez con la que se pueden detectar patologías o enfermedades o en situaciones graves donde se requiere una respuesta rápida. En este sentido, destaca el estudio liderado por la doctora Natalia Pérez de la Ossa, coordinadora de la Unidad de Ictus del Hospital Germans Trias i Pujol e investigadora del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), con el apoyo de CaixaImpulse de Innovación en Salud de 2023. “Estamos diseñando una herramienta que se pueda utilizar en las ambulancias para poder predecir el tipo de ictus que sufre la persona con los datos que se recogen en los momentos de la primera atención prehospitalaria, antes de tener pruebas diagnósticas o imágenes del cerebro y decidir a qué hospital es mejor trasladarla, ya que la terapia adecuada en cada caso puede variar mucho”.
Entre otras aplicaciones destaca también el seguimiento en tiempo real del estado del paciente después del diagnóstico. En esta línea, Pérez de la Ossa señala lo que se puede llegar a hacer especialmente en pacientes con enfermedades neurodegenerativas: “Caídas, cambios del tono de voz, etc, en pacientes de párkinson, por ejemplo, pueden indicar posibles fluctuaciones, y todo eso es importante porque permitirá a los profesionales de la salud actuar de forma rápida y adelantarse a posibles comunicaciones”.
Aplicaciones formativas
Y es que la Inteligencia Artificial no solo se está aplicando en ámbitos que permitan detección, tratamiento y prevención de enfermedades, sino también en los ámbitos de formación. Rodrigo Menchaca es socio fundador y consejero de AIS Channel y director de Piel Digital en ISDIN, y explica la manera en la que la IA puede colaborar en la formación médica. “Hoy en día podemos ser asistidos por un sistema de navegación quirúrgica con IA que nos guíe en la cirugía. Es decir, mediante un sistema que ha sido entrenado para aprender una cirugía y todos las fases quirúrgicas, conseguimos elaborar un GPS quirúrgico, un mapa de calor que muestra los dos siguientes pasos ideales de la cirugía”.
Los límites de la IA en la medicina
Sin embargo, pese a toda esta multitud de aplicaciones y ventajas, también en el campo de la medicina la inteligencia artificial encuentra sus límites. Expertos destacan que donde existe mayor riesgo es en que algoritmos sesgados puedan provocar decisiones médicas equivocadas, cuando la salud del paciente está en juego. Por ello, Valencia señala que los sistemas deben incorporar “un margen de error al informar de cualquier resultado”.
Otro de los límites es que los profesionales médicos no sepan interpretar los datos aportados por la IA. La doctora Pérez de la Ossa comenta que estas dudas podrían desaparecer con una formación adecuada, pero siempre remarcando que las ventajas de esta tecnología son mayores que los riesgos. “Por ejemplo, a partir de un electrocardiograma, un sistema de IA puede decirnos si ese paciente tiene riesgo de sufrir algún tipo de arritmia. Eso es algo que nosotros, con nuestros ojos, no lo podemos ver. En casos como este es cuando la IA tiene un valor añadido real y queremos reincorporarla a nuestra práctica diaria”.