Ha pasado por todas. El Partido Popular de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León ha fruncido la ceja una sola vez ante Vox durante el año de gobierno en coalición: cuando, ante la insistencia del partido de Abascal con el famoso “protocolo antiaborto” del vicepresidente Juan García-Gallardo, que alborotó al país entero, Mañueco compareció para, además de negar su existencia, decir, muy serio, que “el presidente soy yo”.

Al margen de ese álgido momento de tensión en el Gobierno PP-Vox, el mes de enero pasado, el partido de Alberto Núñez Feijóo ha demostrado sentirse suficientemente cómodo (o aparentarlo convenientemente) con las imposiciones del ideario ultraderechista como para no dar la bendición a los pactos derecha-extrema derecha que hagan falta después de las elecciones municipales del próximo domingo.

Lo contrario sería sorprendente: una vez abierta la caja de Pandora, todo pueden ser truenos, y da lo mismo lo que llueva, sobre todo en tiempo de sequía.

Todo bien

La hipótesis de que el Partido Popular no se negará a ningún pacto con Vox en los ayuntamientos de Castilla y León se asienta sobre dos axiomas: la provechosa mansedumbre que le garantiza conservar el poder a cualquier precio, y un peón bien ubicado como portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, a quien Mañueco envía cada jueves a la rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno, para torear toda posible discrepancia con Vox, bien bajando el suflé mediante circunloquios hasta que se desinflan, bien dirimiendo las cuestiones con aquello de “nosotros no entramos a valorar” cada vez que Gallardo lidera titulares con alguna de las suyas.

En la parte del Partido Popular de la Junta de Castilla y León impera el “todo bien”, mientras desde la parte de Vox, Gallardo remite a la prensa, desde su Gabinete institucional, sus mítines por toda España durante estas dos semanas, como si la utilización de las instituciones públicas de manera partidista durante la campaña y la Junta Electoral Central no fueran con él.

Vicepresidente de Vox

En esas declaraciones, Gallardo, desde Canarias, Galicia, Baleares, Castilla-La Mancha, Navarra, o donde toque, ejerce de vicepresidente de Vox, y afirma cosas como que “el partido de Cuca Gamarra está más cerca del PSOE que de Vox”, o “el Partido Popular del señor Margallo dice que la Agenda 2030 es el Evangelio”, o  “el PP del señor Feijóo dice que no quiere ver a Vox ni en pintura”, o “el PP del señor Borja Semper dice que hay que tratar con naturalidad democrática la participación de Bildu en las instituciones”.

En su último mitin de hoy, en Navarra, Gallardo ha proclamado la obsesión de Vox contra los inmigrantes. “Desde Vox le pedimos a los menas magrebíes que vienen a sembrar el caos a localidades como Tudela que se den media vuelta y se vayan a su casa, porque es en sus casas donde tienen que estar”, ha dicho.

Y en su línea: “En Navarra hay miedo en la sociedad, porque ETA sólo ha guardado las pistolas en el cajón, pero el miedo sigue ahí, porque ETA no ha desaparecido”.

En Salamanca, el vicepresidente de Vox afirmó que “32 años de gobierno del Partido Popular no han servido para resolver los problemas endémicos que afectan a Salamanca”, y en Lugo, que “en Castilla y León, gracias a la entrada de Vox, con 30 años de Partido Popular, se han aprobado por fin los mayores incentivos fiscales a la natalidad para las familias numerosas”, -cuya competencia es del PP-.

Pero si Vox dice que ha sido Vox, será que ha sido Vox. Y el PP calla

Este es el compañero de viaje del Partido Popular en Castilla y León, al que Alfonso Fernández Mañueco no se refiere en sus mítines, en los que únicamente carga la artillería contra el Gobierno de España.

No hay Mañueco sin sanchismo

Mientras el vicepresidente Gallardo se desenvuelve libremente en la campaña contra quien sea necesario, incluido su socio de gobierno, el presidente Mañueco sólo tiene el “sanchismo” en el discurso.

“Somos lo contrario al sanchismo y tenemos dignidad”. “El sanchismo no ofrece nada, más allá de desprecios, olvidos, radicalismos y chapuzas”. "El 'sanchismo' y sus escuderos ofendieron a su tierra al despreciar los Premios Castilla y León”. “Si el sanchismo sale derrotado en las municipales quedará sentenciado para las elecciones generales”.

Para Alfonso Fernández Mañueco, no hay más enemigo que el sanchismo. Cualquier otra cosa, todo bien. Lo que diga Vox.