Un puente de Todos los Santos atípico, como el resto de fechas señaladas que, hasta el momento, han coincidido con el transcurso de la pandemia. Este año no se ha visto a jóvenes disfrazados por las calles de Madrid más allá de medianoche, momento en el que comienza el toque de queda en la capital.

Sin embargo, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, comunicaba la pasada semana que se permitía a personas no convivientes reunirse durante la franja horaria que comprende esta medida (de 00.00 a 06.00 horas) siempre y cuando estas no sean más de seis y lo hagan en un domicilio. 

La decisión ha chocado directamente con la intención que tienen el resto de medidas (íncluida la del propio toque de queda), que no es otra que limitar al máximo los contactos para conseguir doblegar esta segunda ola de coronavirus.

El lugar que más ha evidenciado esta contradicción ha sido el transporte público, en especial la red de Metro, que ha visto adelantada su hora punta a las seis de la mañana durante el pasado puente, ya que muchos jóvenes han recurrido a él para volver a su casa una vez finalizaba la noche. 

Según un informe redactado por el Ejecutivo autonómico, la demanda de Metro creció hasta un 52% en comparación con la del pasado 25 de octubre (festivo inmediatamente anterior) entre las 06.00 y las 08.00 horas del domingo. Además, la demanda en la red de transporte público creció durante el puente de Todos los Santos un 12,6% en relación con la semana anterior, aunque descendió en algo más de un 46% respecto del año pasado.

Discrepancias entre Díaz Ayuso e Ignacio Aguado

Si bien Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado mantienen que su única finalidad es la de salvar la vida de los madrileños, las medidas adoptadas por ambos para ello van en direcciones claramente opuestas.

En esta línea, el vicepresidente se ha postulado abiertamente en contra de que se permitan estas reuniones, así como de que el cierre perimetral de la Comunidad de Madrid comprenda únicamente los puentes. 

Sin embargo, hay una cuestión en la que sí parece que ambos están de acuerdo: impedir el cierre domiciliario de Madrid. Al margen de que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, señalara el pasado miércoles en respuesta a las comunidades que solicitaban dicho cierre, que había que esperar "dos o tres semanas" para comprobar si las medidas actuales resultan o no eficaces, desde Madrid defienden que el confinamiento domiciliario "es la última opción".