La unión hace la fuerza, y la pelea empieza en los barrios. “La verdadera victoria está en las batallas perdidas desde el principio pero peleadas hasta el final”, rezaba Zerolcalcare, y esta es la máxima que siguen los madrileños, los indignados, desde que el caso del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, salió a la luz. Uno más que desata la rabia de quienes no pueden independizarse mientras Alberto González Amador adquiría un piso de un millón de euros en Chamberí, la impotencia de quienes, sin conexiones familiares han llegado donde la vida les ha permitido, más o menos lejos, pero por su trabajo y esfuerzo, sin nombres propios, sin mordidas.

La Plaza se define como una asociación juvenil “chiquitita” y sin vinculación política que pone nombre a esa contestación colectiva. Ahora, se ha organizado sobre todo vía redes sociales y a través del boca a boca para pedir en la calle que la presidenta dé un paso a un lado. La respuesta de la gente, asegura nuestra fuente, “ha sido positiva”, por lo que prevé que la tarde “irá bien”. Por el momento, han calentado el ambiente también en los espacios públicos, desplegando lonas por la capital en las que dejan claro que, reducido a una frase, siempre hubo clases. “Mi familia murió, la tuya se forró”, dictan estos cartelones adornan varios puntos de la capital. “El pueblo de Madrid debe decir ‘¡basta!’ y creo que hoy lo va a decir”, relatan. fuentes de la asociación para ElPlural.com

Avalmadrid, comisiones, estudios en entredicho -desvelados en exclusiva por este medio-, más de 7.000 mayores dejados a su suerte durante la pandemia y, por encima de todo, la “impunidad” con la que se sienten los populares madrileños:“Es lo que más molesta (…) Pero es el modus operandi que llevan utilizando a lo largo de 30 años de Gobierno. Ayer mismo Esperanza Aguirre en el juicio por las presuntas irregularidades de la Ciudad de la Justicia declara con chulería ante los medios y victimizándose (…) El PP ha trabajado durante tres décadas para robar a manos llenas enriquecer a todas las personas de su entorno. Hacen lo que les da la gana convencidos de que no les va a pasar nada”.

El PP ha trabajado durante 30 años para robar a manos llenas (...) Madrid debe decir ¡basta!

“Hemos visto escándalo tras escándalo, pero esta es la gota que colma el vaso, la guinda del pastel, el summum de la avaricia, de la codicia y de saber gestionar solo tu propio interés”, añade. “A todo esto, mientras Ayuso disfruta de dos pisazos, no toca la vivienda en Madrid”, apostilla.

La persona al otro lado del teléfono, que acudirá frente a la sede del PP en cuestión de horas, evidencia que la cuestión que nos atañe salpica de un modo u otro a la líder regional y que ésta no ha dado las explicaciones pertinentes: “Lo único que ha hecho ha sido hablar como presidenta de la Comunidad de Madrid para defender a un particular (…) Y claro que el caso va con ella, ¡se está beneficiando de dos pisazos y de los dos cochazos que tiene su novio!”. Y va más allá: “Pero es que no es solo él, sino que de repente todo tu entorno: tu madre, tu padre que falleció con una deuda a Avalmadrid de 400.000 euros que nunca se reclamó, tu ex, tu hermano… Todo su círculo se está lucrando, ella está en el centro como presidenta y no tiene nada que ver. Ya es curioso (…) Que se forre uno, bueno; dos… pero que cuando se forra todo el clan Ayuso su defensa es bastante curiosa”.

Por último, en clave nacional y echando la vista no demasiado atrás en el tiempo. Desde que estallara el caso de la pareja sentimental de la responsable de Sol ha cerrado filas con ella, también el líder nacional del partido, Alberto Núñez Feijóo. ¿Sobrevuela el fantasma de la muerte política de Pablo Casado? ¿Está el gallego actuando a la altura de las circunstancias? Preguntamos a la persona que atiende a este periódico y su respuesta es muy transparente: “Tiene miedo. Entiendo que diga ‘bueno, es una más’, porque en el PP están acostumbrado a que salga caso tras caso de corrupción y no pase nada”. “Él mismo se subió en un bote con un narco”, recuerda; a la vez que lamenta: En diez años, como pasa siempre, ya veremos, pero ahora comprendo que no quiera perder su trabajo. Eso sí, me parece una actitud súper cobarde y que tira abajo toda la credibilidad de las instituciones”. acentúa.