El pulso de David contra Goliat se suspende. La multinacional Lactalis decide romper las negociaciones y se levanta de la mesa. Los manifestantes, los lecheros andaluces, están noqueados. Puleva, que forma parte de Lactalis, mantiene su rebaja en el precio del litro de leche a pesar de que los ganaderos tiran la leche como forma de protesta desde inicios de mayo.

La renovación de contratos que ofrece Puleva, parte del conglomerado lácteo Lactalis, ha sido la gota que colma el vaso. Lactalis es, sino la primera, una de las mayores multinacionales lácteas del mundo. Pero su última oferta para las más de 400 explotaciones que hay en Andalucía implica una rebaja en el precio del litro de leche del 15%.

Fuentes de la mesa de negociación explican que la empresa afirma que la inflación y los costes de los ganaderos han bajado, por lo que tiene que bajar el precio del litro de leche. Sin embargo, lecheros y asociaciones rechazan este argumento.

El desencuentro entre la principal cooperativa de lecheros y Lactalis es total. Alba Ganaderos aglutina al 60% de lecheros andaluces y acusa a la multinacional de querer romper la unidad de la entidad para negociar con cada explotación individualmente.

Por su parte, Lactalis denuncia “la profunda campaña de desprestigio” que sufre la compañía por un “proceso de negociación legítimo”. La multinacional de Puleva asegura que tiene en consideración los costes de producción de las ganaderías andaluzas, ofreciendo los precios “en origen más altos de Europa”.

Pero para los lecheros, el descenso de 0,9 céntimos de euro el litro es un “atropello”. Desde principios de mayo, la leche de sus explotaciones no es recogida por Puleva. El contrato venía de un precio de 59 céntimos el litro, pero Puleva propone ahora solo 50, justo en los meses de verano en los que baja la producción y se estrechan los márgenes de ganancia. La propuesta es “inasumible”, explican desde el sector.

Con el nuevo contrato de Puleva, de media, cada explotación lechera andaluza pierde unos 20.000 euros al mes. La campaña ‘Yo Tiro Mi Leche’ vierte cada día unos 400.000 litros para presionar en favor de un acuerdo. Ahora, el pulso se ha roto.

“Ha bajado la gasolina y la luz, pero no la alimentación de los animales”, nos explica Miguel Monferrer, secretario provincial de Granada de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Andalucía, COAG. Con la sequía, la paja y el follaje escasean, por lo que aumenta el precio de los complementos nutritivos que las vacas consumen.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con los efectos de la guerra de Ucrania y la sequía la alimentación de las vacas ha aumentado un 130%. Las explotaciones andaluzas, por ejemplo, han pasado de pagar 30 a 43 céntimos el kilo de alfalfa. “Sobre el terreno, la bajada de precio de Puleva en esta coyuntura implica la muerte del sector, inevitablemente desaparecerá”, sentencia Monferrer.

“La única opción es matarlas”

Con este panorama, en muchas explotaciones se temen lo peor: “la única alternativa que me dejan es matar a mis vacas”, cuenta José Luís Morales, que regenta en Alhama de Granada una explotación de 100 vacas que viene de su padre y antes de su abuelo.

Morales asegura que nunca había visto una bajada de precio tan abusiva en sus 36 años de experiencia. Matar a sus vacas aparece ahora como la única luz al final del túnel, pero confiesa que es un trago demasiado amargo. “Esto es un negocio, una explotación que tiene que dar ganancias, pero inevitablemente, las vacas son mis compañeras de vida, pasarlas a carne –sacrificarlas en matadero– es duro”.

Pero a José Luis, como a muchos otros compañeros de tamaño pequeño y mediano no les quedan alternativas. “O comen las vacas, o comemos nosotros”, nos dice. Hasta ahora, la vía de subsistencia de vaqueros como José Luis era comprar más cuota láctea, es decir, tener más vacas para aumentar los beneficios. Se movía en unos márgenes de beneficios de 3 céntimos por litro. Con el hachazo de Puleva “no tiene sentido seguir”.

Futuro negro

“A ellos nuestras exigencias les dan igual, solo somos un 0,0001 por ciento de la leche que recogen en todo el mundo”, lamenta José Luis Morales, en referencia a la posición de fuerza de Lactalis con respecto a las más de 400 explotaciones vaqueras que hay en Andalucía.

“Es un modo de vida que desaparecerá en esta tierra”, reflexiona Monferrer, de COAG. La sentencia de muerte está no solo en el modelo de explotaciones, sino en lo que pasa en los supermercados. Allí, la leche es un producto reclamo, algo que el consumidor sí o sí comprará. Las grandes cadenas lo saben y bajan y ofertan el precio continuamente, alterando la naturaleza del mercado. “Sale más barato un litro de leche que uno de agua, pero los animales comen todos los días”, explican desde COAG.

Los márgenes están ajustados para cumplir la Ley de la cadena agroalimentaria, pero de tal manera que en ocasiones no hay beneficio para los vaqueros. La profesión de lechero se convierte en un modo de vida sin premio. “Tengo 100 vacas, en mi granja trabajamos mi mujer y yo. Como no tengo beneficios, no puedo contratar a nadie más. No es que no nos tomemos un fin de semana de descanso, es que no podemos enfermar si quiera”, explica José Luis.

Con estas condiciones, no es de extrañar que el número de lecheros no deje de aminorar. Andalucía había perdido, a cierre de 2022, más del 19% de sus lecheros en los últimos 4 años. Una dinámica similar se da en España, solo en el último año 706 ganaderos han echado el cierre.

España se ha convertido, explican desde COAG, en país deficitario de leche. Regiones tradicionalmente lecheras como Granada con explotaciones ligadas a Puleva ha perdido peso. Hoy, apenas llegan a las 5 mil cabezas de ganado y la campaña en contra de la marca puede suponer el golpe de gracia para un vínculo que se diluye en el gran mercado global. “¿De dónde vendrá la leche ahora?, seguramente de países donde les salga más barato, pero no de Andalucía”, nos dice Monferrer desde Granada.