Justo antes de las últimas elecciones autonómicas ganadas en 2020 por Alberto Núñez Feijóo, un nuevo personaje político emergía con fuerza: Ana Pontón. Logró dar el sorpasso al PSdeG y todo con un mensaje más moderado al que, según se decía desde su propia formación, le correspondía de verdad.

Un año después de aquellos comicios, en el marco de un congreso nacional de su partido en el que salía ratificada como 'lideresa', se le preguntaba por la posible indepedencia de Galicia a lo que ella respondía que este no es el momento de estas cuestiones.

El Bloque Nacionalista Galego ha sido siempre, sobre todo en su génesis, una coalición en la que cabían sensibilidades de todo tipo. La parte independentista, sin embargo, ha ido perdiendo fuerza porque en la región, más por necesidad electoral que por creencia ideológica, no en vano, la separación de España no se ve como una prioridad para alcanzar el objetivo del despegue económico, social, cultural y político.

Fraga jugó muy bien sus bazas y, en algún momento, habiendo sido ministro de la dictadura franquista, fue capaz, incluso, de hablar de la creación de una especie de banco nacional gallego. El BNG por entonces tenía un carácter más independentista, proclamando desde algunos de sus formaciones satélite con claridad la separación del resto del Estado.

Sin embargo, esta visión poco a poco ha ido desvaneciéndose o, como se dice ahora, moderando el discurso para tratar de atraer una parte del voto socialista.

Frente a ellos, y surgido probablemente de esa transformación, nació hace una década de forma oficial Causa Galiza. Esta formación surgió con un propósito transparente: buscar la independencia.

Operación Jaro

Sus integrantes definían la formación como 'Organización política indepedentista y socialista gallega' y, a pesar de que en este tiempo no han tenido una repercusión mediática importante, no han dejado de hacer ruido.

Sin embargo, su mayor impacto, probablemente a su pesar, ha sido la imputación a una docena de sus miembros por pertenencia a organización terrorista y de enaltecimiento al considerarla como el brazo armado de Resistencia Galega. Esto sucedió en 2015 y, como suele ocurrir en estos casos, las detenciones gozaron de un espacio destacado en los medios de comunicación de derechas, llamativo porque hasta entonces no habían prestado atención alguna a Causa Galiza.

Con el paso del tiempo fueron cayendo las acusaciones vertidas contra esta organización y otras entidades hermanas hasta el punto de que la pertenencia a banda armada se eliminó del sumario, mientras que en el jucio ante la Audiencia Nacional, los imputados fueron absueltos también del delito de enaltecimiento.

Ahora, Causa Galiza reconoce que ese proceso les hizo mucho daño, y sin ser definitivo, sí ha sido muy importante a la hora de anunciar estos días el fin de la formación.

Según explican en un comunicado, son “variadas” las razones que llevan a Causa Galiza a su disolución. Una de ellas tiene que ver con el “adelgazamiento orgánico” o lo que es lo mismo la imposibilidad de llegar a la ciudadanía. En este punto también achacan el fin o las causas que les llevan al cierre al “señalamiento mediático” debido a los procesos judiciales contra el independentismo gallego que, en su opinión, contribuyó a la “atribución e identificación de la organización con una carga y apreciación social negativas”, mencionado en este apartado la llamada Operación Jaro.

Sin duda, y aunque no lo citan en momento alguno, la renovada fuerza lograda por el Bloque Nacionalista Galego que, tras el sorpasso al PSOE, espera buenos resultados en las elecciones de mayo, pero también ampliar la representación en las Cortes Generales como paso previo a un posible asalto a la Xunta de la mano de los socialistas, son factores que han reducido considerablemente el espectro donde Causa Galiza podía 'pescar' seguidores.