No es la primera vez. Me temo que tampoco será la última. Este domingo el aún presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha comparecido en directo en TV3. Lo ha hecho a la misma hora en que lo hacía Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España. En principio, nada que objetar. Pero da la casualidad de que ambas comparecencias públicas habían sido anunciadas -primero la de Sánchez, después la de Torra- para informar sobre la situación actual de la grave crisis causada por el Covid-19 y sobre el desarrollo del estado de alarma actual. También da la casualidad que es a Pedro Sánchez, y no a Quim Torra, a quien le corresponde la nada fácil tarea de gestionar esta crisis, como presidente que es del gobierno de coalición progresista de PSOE y UP. Y como tal es Pedro Sánchez, y no Quim Torra, quien tiene que tomar las medidas, casi todas ellas nada fáciles, para intentar mitigar los terribles efectos que esta pandemia provoca en España, como en tantos otros países.

Pero Quim Torra vive permanentemente encerrado con su solo juguete, que no es otro que TV3. Al igual que muchos de sus seguidores más incondicionales, Torra está convencido de que lo que no sucede en TV3 es una pura invención, una “fake-news” divulgada por perversos españolistas ávidos por combatir a los catalanes. Por esto Torra se dirige siempre “a los catalanes”. Lo ha hecho de nuevo este domingo. Quizás debería haber precisado que se dirigía “a los buenos catalanes”, “a los catalanes de verdad”, no a los “españolistas”, “botiflers”, “traidores” y “ñordos” que sintonizábamos cualquier otra cadena para saber cuál era la situación concreta de esta crisis sanitaria, qué medidas ha adoptado el Gobierno de España para intentar paliarla y qué sucederá a partir de este lunes y de este martes, con motivo del retorno a la actividad de un buen número de trabajadores de sectores no esenciales que volverán al trabajo. Como no vivimos encerrados con un solo juguete, como suelen hacer tanto Quim Torra como muchos de sus seguidores más adictos y entusiastas, somos muchos los ciudadanos de Cataluña que preferimos ir directamente a la fuente de la información. Rechazamos tener que pasar por los filtros de TV3. De ahí que una vez más hayamos sido muchos, muchísimos, los ciudadanos de Cataluña que hayamos optado por escuchar atentamente al presidente Sánchez. No por nada especial. No porque formemos parte, o no, de sus muchos seguidores, incondicionales o no. Simplemente, porque preferimos que nos informe “la autoridad competente” -civil, por supuesto-, esto es la que tiene y ejerce la autoridad en esta tan difícil situación.

Por mucho que Quim Torra y los suyos se empecinen en negarlo, lo cierto es que, como dijo aquel agente de la policía autonómica catalana que fue sancionado por decir la verdad, “¡la República no existe, idiota!”. La realidad es la que es, Cataluña sigue siendo una comunidad autónoma española y en esta crisis sanitara, como sucede en el resto de nuestras actividades de toda índole, los ciudadanos de Cataluña nos seguimos rigiendo según las leyes y normas de un Estado social y democrático de derecho llamado España.

A Quim Torra y a muchos de sus seguidores más enfervorecidos les convendría regresar a la realidad, dejar de vivir en esta especie de autismo político, social y comunicacional que les desconecta de la verdadera vida de la mayoría de sus conciudadanos. Porque somos muchos los ciudadanos de Cataluña que no nos dejamos adoctrinar por TV3. Una cadena que en teoría es pública, que se nutre de unos importantes presupuestos pagados por toda la ciudadanía de Cataluña pero que permanentemente actúa como simple correa de transmisión de una parte de esta ciudadanía, como mero instrumento de agitación y propaganda del Gobierno de la Generalitat presidido por Quim Torra. Entre otras razones, porque si no nos informásemos a través de otros medios de comunicación aún desconoceríamos la magnitud real del impacto que esta gran crisis sanitaria tiene en Cataluña. Por ejemplo, seguiríamos desconociendo la magnitud real de la inmensa tragedia humana que desde hace semanas padecen quienes viven en las residencias geriátricas de Cataluña, cuyo control corresponde al Gobierno de la Generalitat que todavía preside Quim Torra.