Pere Aragonés se ha encomendado a la política del ultimátum para desencallar las negociaciones de su investidura como presidente de la Generalitat. ERC no consigue doblegar la intransigencia de JxCat y finalmente aceptará un gobierno republicano en minoría como alternativa al gobierno de mayoría absoluta independentista que Carles Puigdemont les viene negando con exigencias inasumibles. Aragonés lo plantea en una entrevista en el diario ARA y casi al mismo tiempo, Salvador Illa le urgía a abandonar el pacto independentista en favor de un gobierno de izquierdas presidido por el líder del PSC.

La fecha límite concretada por Aragonés es el próximo sábado 1 de mayo. De no haberse cerrado la investidura en este día, ERC aceptará el reto planteado hace casi un mes por Jordi Sánchez, el secretario general de JxCat, quien les dijo: si tienen tanta prisa, gobiernen en solitario. Hace unos días, ERC ya expuso la conveniencia de poner un límite temporal a una negociación inacabable y ahora su candidato concreta la alternativa, cayendo en la trampa planteada desde el primer día por JxCat: los legitimistas aparecen en público como los partidarios de un pacto meditado y serio para evitar los errores de la anterior legislatura y los republicanos como quienes solo buscan una investidura rápida para capitalizar su éxito electoral.

La semana pasada, en cuanto ERC insinuó la idea del ultimátum, la presidenta del Parlament, Laura Borràs, ya negó la mayor, asegurando que hay tiempo de sobras hasta finales de mayo para llegar a un buen acuerdo para el país y el avance hacia la independencia, situando la disyuntiva entre el buen y el mal acuerdo, anticipando que en caso de ruptura, Aragonés será señalado como el responsable del fracaso por sus urgencias personales. El anuncio por parte del aspirante a la investidura de su predisposición a explorar nuevas fórmulas para gobernar sin la colaboración directa de JxCat le sitúa en el escenario diseñado por el partido de Puigdemont.

ERC por su parte, atribuye todo el retraso a las diferencias internas existentes en JxCat entre partidarios de seguir en el gobierno y partidarios de romper con los republicanos. En lo único que parecen estar de acuerdo ambos bandos es en ganar tiempo y desgastar a Aragonés como presidenciable y futuro dirigente independentista que pudiera hacer la competencia a Carles Puigdemont.  

El PSC ayuda a cerrar el círculo sobre los republicanos al reclamar la presidencia de un gobierno de izquierdas por ser el partido más votado. Sin esta opción, el margen de maniobra de ERC se circunscribe al gobierno en minoría a merced permanente de JxCat en el Parlament; un gobierno inestable para una legislatura corta. El horror de ERC a la repetición electoral completa el mapa emocional de los republicanos: o aceptar las condiciones de Puigdemont o asumir una presidencia comprometida.

Las exigencias de JxCat que impiden el acuerdo con ERC son conocidas y Aragonés fija en la entrevista su posición respecto de las mismas en la que no hay ninguna novedad sobre los aspectos extra-gubernamentales. Sobre la pretensión de Puigdemont de ser el líder del independentismo desde Waterloo, Aragonés se limita a repetir sus palabras de la investidura fallida: “ni substituciones ni tutelas externa” a la Generalitat. Respecto de la aspiración de JxCat de mantener una política unitaria en el Congreso de los Diputados y alejarse de la mesa de negociación, el candidato a la presidencia insiste en la posición habitual: “el no a todo no es nuestra propuesta”.

En relación a la gestión  de los fondos Next Generation, probablemente el escollo más relevante en la composición del gobierno, Aragonés reconoce que podría establecerse la figura de un comisionado, proponiendo a Miquel Puig para el cargo. Puig fue director general de TV3 en el último gobierno de Jordi Pujol y actualmente es concejal en Barcelona por ERC. También admite que la desconfianza entre los dos socios podría atenuarse aplicando en la distribución  de departamentos la fórmula de la responsabilidad cruzada, practicada en el gobierno de la Generalitat valenciana entre PSPV-PSOE, Compromís y Podemos.