Durante décadas, el trasvase Tajo-Segura ha sido el gran eje de confrontación territorial, el símbolo de un modelo que unos consideraban imprescindible y otros, insostenible. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha estado siempre en este segundo grupo, convencido de que el futuro del agua en España no pasa por abrir compuertas en el Tajo, sino por aprovechar el potencial de las desaladoras que jalonan la costa mediterránea.

Sus palabras, tantas veces cuestionadas por distintos sectores de la sociedad, han encontrado ahora un aval inesperado, el del propio presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), Mario Urrea.

Urrea, en unas recientes declaraciones recogidas en La Opinión de Murcia, ha reconocido que la ampliación de la desaladora de Torrevieja permitirá cubrir los recortes del trasvase.

En sus propias palabras, en 2027 la desaladora de Torrevieja compensará los recortes de agua previstos en las nuevas reglas de explotación del trasvase Tajo-Segura”. El dirigente de la CHS ha precisado además que la instalación tendrá garantizado su suministro eléctrico, un aspecto fundamental para poder producir los volúmenes necesarios.

La planta pasará de 80 a 120 hectómetros cúbicos anuales, situándose como la mayor de Europa y consolidando la desalación como alternativa real a un trasvase cada vez más cuestionado.

Para Page, este respaldo técnico es más que una buena noticia. Es la confirmación de una estrategia que ha defendido con firmeza. El presidente castellano-manchego lleva tiempo subrayando que España tiene desaladoras suficientes, muchas de ellas a medio rendimiento, y que si se aprovecha toda su capacidad, el trasvase Tajo-Segura no solo es injusto, sino también innecesario.

Page insiste en que una parte muy importante del Levante ya se mantiene gracias al agua desalada, y que la tarea pendiente es acelerar esa progresión hasta convertirla en la principal vía de abastecimiento.

Un giro en el discurso hídrico

Las palabras de Urrea suponen un giro en el debate hídrico entre Castilla-La Mancha y el Levante. Ya no se trata de una promesa política, sino de un horizonte temporal y técnico. El año 2027 aparece como la fecha en la que la desaladora de Torrevieja podrá garantizar lo que deje de llegar del Tajo, y el propio organismo gestor del Segura admite que los problemas energéticos que siempre han lastrado estas plantas están resueltos.

Este aval refuerza la reclamación histórica de Castilla-La Mancha, que no es otra que el Tajo conserve sus recursos para garantizar la recuperación ecológica de la cuenca y que el Levante utilice las herramientas tecnológicas que dispone. En otras palabras, el futuro del agua pasa por la desalación, no por seguir abriendo compuertas río arriba.

“España tiene capacidad de desalación suficiente para prescindir del trasvase”

Precisamente, este jueves y desde Polonia, el presidente de Castilla-La Mancha ha recalcado que el futuro del agua en España pasa por poner en marcha a pleno rendimiento las plantas desaladoras ya construidas.

"En España, simplemente con que se pusieran en marcha todas las desaladoras que ahora están paradas o a bajo rendimiento, podría sobrar este trasvase y otros muchos", ha defendido.

Page ha recordado que una parte muy importante del Levante ya se sostiene con agua desalada, y ha insistido en la necesidad de no detener esa progresión para sustituir definitivamente un modelo trasvasista agotado.

El contraste con PP y Vox

En contraste, PP y Vox continúan instalados en la defensa numantina del trasvase, obviando tanto las sentencias del Tribunal Supremo que obligan a fijar caudales ecológicos como los efectos de la sequía y el cambio climático. El discurso de la derecha insiste en que el trasvase es irremplazable, aunque la evidencia técnica y la planificación hidráulica del propio Estado digan lo contrario.

Una victoria simbólica para Page

El cruce de discursos deja claro que la estrategia de Page ha ganado un respaldo incuestionable. Lo que hasta hace poco podía sonar a reivindicación territorial se ha convertido en una solución técnica reconocida por el organismo que gestiona los recursos del Segura. Con la ampliación de Torrevieja y el compromiso de que podrá compensar los recortes del trasvase, Castilla-La Mancha aparece reforzada en su defensa del Tajo.

Los números avalan la desalación y hasta la propia CHS admite que el trasvase no es imprescindible. Con ello, la Confederación del Segura ha terminado por dar la razón a Page: el futuro del Levante se juega en las desaladoras, no en el Tajo.