En política, es fundamental la habilidad para mantenerse en el candelero, pero también es vital saber salirse del foco cuando vienen mal dadas. Sobre la habilidad de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para acaparar los titulares se ha escrito mucho, aunque se ha puesto menos en valor su capacidad para borrarse del mapa cuando no le conviene. Y en una semana negra para la derecha y la ultraderecha en Europa, Ayuso ha sabido usar una bomba de humo para desaparecer, hasta el punto de quedarse sin agenda pública. Desde el 4 de julio con la victoria laborista, han pasado seis días, de los que Ayuso ha estado cuatro jornadas de vacaciones, sin agenda pública conocida.
El pasado jueves 4 de julio, los laboristas conseguían una histórica victoria en las elecciones del Reino Unido y Keir Starmer se convertirá en el primer ministro británico, desalojando del poder a los conservadores, tras 14 años de gobierno marcados por el caos y el Brexit.
El domingo, la semana trágica para la derecha tenía la puntilla de la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, en las que la extrema derecha se quedaba a las puertas del poder, gracias a una inaudita movilización electoral que daba la mayoría al Nuevo Frente Popular, una unión de izquierdas urgente ante la amenaza del partido de Marine Le Pen. Rassemblement national no solo no llegaba al poder, sino que pasaba de la primera posición a un tercer puesto que las encuestas no consiguieron vaticinar.
Frente a los eventos internacionales, no se suele esperar reacciones de líderes autonómicos, pero Isabel Díaz Ayuso no es una baronesa cualquiera. No en vano, hace unas semanas decidía llevar su exposición mediática más allá de los mares, homenajeando al presidente de Argentina, Javier Milei, y recibiéndole en la Puerta del Sol en plena batalla diplomática con el Gobierno de Pedro Sánchez. Un movimiento que incluso molestó en la dirección nacional del PP que lidera Alberto Núñez Feijóo.
Sin embargo, tras esta semana negra para la guerra cultural de la derecha que tanto gusta a Ayuso, la presidenta madrileña ha desaparecido del mapa, y su agenda es buena muestra de ello. Antes de las elecciones en Reino Unido, Ayuso aprovechaba el lunes un acto del PP en Salamanca para atizar al Gobierno de España. Se trataba de un cónclave de los líderes autonómicos en el que Feijóo tenía que ser el referente y mostrarse como líder entre sus barones, proponiendo una EBAU -la prueba de acceso a la Universidad- similar en toda España.
Ayuso desaparece sin declaraciones
Sin embargo, Ayuso acaparaba los focos con su particular guerra contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, a quien exige su dimisión por la nota de prensa de la Fiscalía de Madrid que desmentía los bulos de Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de gabinete, para defender al novio de la presidenta de las acusaciones de delitos fiscales. “Me parece que tiene la cara muy dura y muy poco respeto por las instituciones”, decía Ayuso de Sánchez, al negarse a cesar al fiscal general del Estado. Unas declaraciones que acompañó de una advertencia a los medios de comunicación: “Los que no sean del gusto del Gobierno serán “perseguidos y ahogados”.
El miércoles 3 de julio, Ayuso protagonizaba un evento de autobombo para presentar su plan Mi Primera Vivienda, que terminaba con una crítica a la supuesta intervención del Gobierno en la vivienda, la Justicia y los medios de comunicación: “La seguridad jurídica es la condición mínima para vivir en libertad y servir al interés general”. Y, unas horas más tarde, acudía a la Asamblea General CEPYME 2024, una patronal, para criticar los planes de reducir la jornada laboral de los trabajadores: “Es una medida de ingeniería social que no responde a ningún interés general, sino a un plan para acabar con nuestra economía social de mercado”.
Pero llegaron las elecciones en Reino Unido, al día siguiente, y Ayuso ejerció su capacidad para borrarse del mapa. El jueves, la presidenta hacía una visita a la empresa NTT Data, una multinacional de origen japonés, y no había aparición ante los medios. Solo un anuncio enlatado y sin el habitual envío de titulares políticos que hace su equipo de comunicación.
El viernes, Ayuso se lo cogía libre para empezar un puente de fin de semana en el que no se ha sabido de ella. Mientras su Ejecutivo tenía varios actos el sábado (y uno el domingo), con hasta cinco consejeros repartidos por actos diversos, la presidenta liberaba su agenda los tres días, sin ningún tipo de acto ni el viernes, ni el sábado, ni el domingo.
Semana negra para la derecha en Europa
El lunes, tras librarse del chaparrón del resultado histórico en Reino Unido, la presidenta de la Comunidad de Madrid retomaba su agenda, pero Ayuso se cuidaba muy mucho de no exponerse al foco mediático tras el palo a la ultraderecha en Francia. Acudió a un desayuno informativo protagonizado por Enrique Ossorio, su elegido para presidir la Asamblea de Madrid, pero evitaba hacer declaraciones, lo que no es nada habitual. Después, en Sol, protagonizaba un homenaje a “establecimientos centenarios” de la región, en el que hacía uno de sus habituales anuncios con millones de euros de inversión, pero sin declaraciones ni escrutinio de los periodistas.
Y acababa la jornada con un encuentro internacional de perfil bajísimo, muy lejos de aquellos momentos con Javier Milei. Ayuso recibía al gobernador de la Prefectura de Aichi, en Japón, Hideaki Ohmura, para firmar un “convenio” que refuerce las relaciones institucionales, aunque el equipo de prensa lo vendió como “un acuerdo con Japón”. El principal atractivo del pacto es que Aichi, la cuarta región nipona en población es sede de Toyota, según Ayuso, aunque el acuerdo no va más allá de ofrecer asesorar a las empresas de uno u otro país que se interesen por en los respectivos países.
Y poco más, porque Ayuso no hizo declaraciones ni atendió a los medios. Y quienes esperasen escuchar a la presidenta madrileña este martes se encontrarán con que ha vuelto a borrarse del mapa. Su agenda está vacía para este martes y solo cinco de sus consejeros tienen actos públicos previstos.
Además, ha evitado las entrevistas en medios de comunicación, que suelen ser una de sus actividades principales, y se ha alejado de las redes sociales, a las que ha dedicado en los últimos días media decena de tuits y todos para glosar las fotos de los actos citados arriba, de perfil bajo. Apenas un retuit ha dedicado a causas políticas, y muy de segunda fila, dedicado a la enseñanza del castellano en Cataluña.
Su capacidad para evitar los momentos complicados ya quedó patente hace unas semanas, cuando Ayuso montó de manera exprés un viaje a Alemania, que coincidió con el trasunto de su novio por los juzgados de Plaza de Castilla, donde afronta dos delitos fiscales y uno de falsedad documental, a los que pueden unirse nuevos ilícitos. En ese viaje, el mayor logro de Ayuso fue presumir de una inversión millonaria de Siemens en la Comunidad de Madrid que ya había anunciado la propia empresa un año antes, para trasladar su sede.
Feijóo, en problemas
Mientras Ayuso desaparece, el líder de su partido Alberto Núñez Feijóo, afronta varios problemas. Por un lado, sus mensajes presumiendo de la victoria de la “moderación” en Francia y su crítica a los extremos, mientras le recuerdan que ha abierto las puertas de la ultraderecha en varios gobiernos autonómicos donde ha alojado a Vox.
Y, a su vez, el líder del PP afronta un cisma interno por el realojamiento de menores extranjeros: Canarias, gobernada por su partido, reclama ayuda por la llegada de estos menores a sus islas, los barones de su partido rechazan que sean repartidos por sus territorios y Vox le amenaza con romper todas las alianzas si accede a un reparto a través de una nueva Ley de Extranjería. Mientras, Ayuso se toma unas vacaciones.