Es uno de los nombres del Gobierno andaluz cuya trayectoria personal y profesional concita más reconocimiento y empatía. Profesora comprometida y feminista sin alharacas, la consejera Rocío Ruiz lo es de Igualdad, pero tendrá que ser sumamente cuidadosa en las medidas igualitarias que impulse desde su departamento porque Vox la estará vigilando muy de cerca.

El artículo

Su consejería también incluye Política Social y Conciliación: la primera estará bien siempre que excluya a los inmigrantes y la segunda, sin problemas siempre que las familias conciliadas sean como Dios manda. El ojo inquisidor de Vox nunca duerme.

Un artículo muy crítico con la Semana Santa publicado en 2013 en un diario de Huelva por la entonces solo profesora Rocío Ruiz ha puesto en apuros a la hoy consejera después de que Vox, tras pensárselo un poco pero tampoco demasiado, reclamara su dimisión. Ruiz lo tenía claro: en su artículo describió las procesiones como un espectáculo rancio, vaniodoso, populista, tenebroso y medieval.

La reacción

En Vox, la primera reacción fue del portavoz parlamentario Francisco Serrano, pidiendo a Juanma Moreno que “llamara al orden” a Ruiz. “Esto no le ayuda”, advertía piadosamente Serrano al presidente.

La segunda reacción, mucho más airada, vino del macho alfa de la formación ultra. Santiago Abascal retuiteaba el mensaje de su hombre en el sur, pero añadía: “Basta ya de insultar nuestra identidad y nuestras tradiciones con el dinero de todos”; si a la consejera no le gusta la Semana Santa, “que no vaya, pero búsquese un trabajo que no lo paguen todos los andaluces”.

Después, el partido pedía la destitución de la consejera. Al no lograrlo, propondrá su reprobación en el Parlamento, aunque la iniciativa esté condenada a fracasar. De poco había servido que Ruiz se disculpara. De nada, que además se retractara, en un ejercicio de contorsionismo moral tal vez necesario para no poner en aprietos al Gobierno, pero poco verosímil y escasamente ejemplar.

La retractación

La consejera estuvo muy bien disculpándose, pero muy mal retractándose, salvo que sea cierto que lo que pensaba con 47 años –no con 20, 25 o 30 años– haya dejado de pensarlo con 52. “No representa ni lo que pienso ni lo que defenderé como consejera de todos los andaluces”, escribió en su cuenta de Twitter.

Del mismo modo que “el corazón tiene razones que la razón no entiende” , demasiadas veces la política tiene razones que la dignidad no entiende, y la de Ruiz ha sufrido un doloroso zarpazo. Su triste apostasía es una victoria de Vox.

El compañero

La controversia, saldada solo a medias puesto que Vox llevará la reprobación de Ruiz a la Cámara, se quedaría en poco más que una anécdota si no fuera porque contiene en un interior el germen de la categoría. Y la categoría es que PP y Ciudadanos gobiernan y Vox es su guardián. Su fiero guardián.

Ciudadanos insiste en que nada le vincula al partido de Santiago Abascal, que tiene un pacto de investidura con el PP y solo con el PP, pero lo cierto es que cuando los ultras ladran, los consejeros naranjas tiemblan.

La rectificación de Ruiz –humana y comprensible pero desalentadora– ha sido el primer tembleque del Gobierno de Moreno. Nadie en el Ejecutivo andaluz, sea del PP o de Ciudadanos, se atreve a desafiar abiertamente a un cancerbero tan picajoso. Ambos conocen los riesgos de buscarle las cosquillas a un partido que es más, mucho más, que un compañero de viaje: es, sencillamente, el compañero ha hecho posible el viaje.