Nota preliminar. Lo que aquí se cuenta se refiere en buena medida a la Universidad de Granada, que es la que más conozco, pero lo esencial es extensible a la mayor parte del resto, o incluso a todas las universidades públicas españolas. No hablo en esta ocasión de las cada vez más numerosas universidades privadas católicas, pero el lector inteligente, después de conocer lo que ocurre en las “aconfesionales”, puede hacerse una idea.

1. Sobre cómo la Santa Sede obliga a las universidades a preparar adoctrinadores infantiles violando derechos humanos y constitucionales

Sujetas a los dictados de los Acuerdos de España con la Santa Sede de 1976 y, sobre todo, de 1979 (actualización del Concordato de 1953), las universidades públicas preparan a los futuros maestros para impartir clases de religión católica en los centros escolares públicos, privados y concertados. Ofertan la preparación del “título eclesiástico” que exige la Conferencia Episcopal Española (CEE) para ello, la denominada Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA). Con ella, los obispos pueden otorgar una Declaración Eclesiástica de Idoneidad (DEI) y proponer a una persona (missio canonica), para lo cual ésta, además de contar con la DECA y la “titulación civil” de graduado/a en Educación Infantil o Primaria, se tiene que comprometer a “impartir recta doctrina y dar testimonio de vida cristiana, según los cánones 804 y 805 del Código de Derecho Canónico”. Además, la CEE añade un detallito: el profesor de Religión y Moral Católica debe estar bautizado en la Iglesia Católica,

Y cuidado, que “la DEI puede ser revocada por el Ordinario diocesano, cuando deje de cumplirse alguna de las consideraciones por las que se concedió”. La expedición de la DEI está ligada, como reconoce la CEE, a “consideraciones de índole moral y religiosa, criterios cuya definición corresponde al Obispo diocesano”. Por consiguiente, en el acceso al trabajo de profesor de religión, el solicitante está obligado a declarar sus creencias religiosas, y hay una evidente discriminación por motivos religiosos, aspectos que contravienen los artículos 14 y 16.2 de la Constitución y los artículos 2 y 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De hecho, ya habido alguna sentencia judicial a consecuencia de la conculcación de derechos de trabajadores, pues el control y la censura de comportamientos privados no acaba con la solicitud de empleo.

La obtención de la DECA no es ninguna broma, pues pasa por 240 horas de clases (24 créditos europeos, o ECTS) de doctrina católica y de una pedagogía enfocada a un eficaz adoctrinamiento infantil, como veremos. Las asignaturas de los cursos DECA son voluntarias para los estudiantes (faltaría más), pero de oferta obligatoria en los centros universitarios de Educación donde se imparten los grados de Infantil y Primaria. ¿Quién obliga a la oferta? La Santa Sede, ese Estado extranjero teocrático que en los Acuerdos de 1979 no se olvidó, por desgracia, de invadir también el ámbito universitario (en el Acuerdo II, sobre Enseñanzas y Asuntos Culturales).

2. Sobre cómo hay universidades que preparan adoctrinadores infantiles por voluntad propia, y de cómo prosperó una denuncia del caso

Las universidades que imparten los grados de Infantil y Primaria se sienten obligadas por los Acuerdos de 1979 a ofrecer las asignaturas para la obtención de la DECA en sus planes de estudios; en la UGR se agrupan en un “Módulo de Enseñanza Religiosa” complementario al título de grado. Son 24 créditos optativos que no cuentan para completar los 240 del grado.

Pero, además de impartir por imposición vaticana esos cursos DECA, hay universidades, como la de Granada (UGR), que ofrecen los estudios y la titulación DECA también al margen de los grados, sin estar obligadas a ello por los Acuerdos.

La asociación UNI Laica (la rama de Universidad de Europa Laica, formada por alumnos, profesores y personal de administración y servicios) ha estado denunciando desde 2011 el caso, y ha pedido la extinción de todos esos cursos religiosos, tanto los se ofrecen por imposición (los de los grados) como los de oferta voluntaria. Pero claro, para empezar se exige la cancelación inmediata de los segundos, es decir, de los que se ofrecen al margen de los grados, pues ello no exige la derogación de los Acuerdos. Y ¡bravo!, en la UGR tuvimos éxito respecto a estos últimos. En abril de 2017, nos felicitamos y felicitamos personalmente a la rectora (Pilar Aranda) por la cancelación ―gracias a su intervención directa, según nos contó, orgullosa de su valentía frente a las presiones― de los cursos DECA ofrecidos hasta entonces por la Escuela Internacional de Posgrado.

3. Sobre cómo los cursos reaparecieron en una Fundación ligada a la UGR, que acabó liquidada (la Fundación)

Poco dura la alegría en casa del laicista. No tardamos en encontrarnos con la ingrata sorpresa de que idénticos cursos los seguía ofreciendo la Fundación General UGR-Empresa. Cuando se lo dijimos, sorprendidos e indignados, a la rectora, ésta no se inmutó. Dijo que había hecho lo que estaba en su mano, pues tenía competencias para abortar los cursos de la Escuela de Posgrado, pero no los de esa Fundación. Ésta, tras verse involucrada en el escandaloso caso “Cármenes del mar” (urbanización de lujo en Almuñécar con casas en estado de ruina), fue declarada en enero de 2020 en situación de concurso de acreedores y está en liquidación.

4. Sobre cómo los cursos DECA saltaron al Centro Mediterráneo

¿Adiós entonces a los cursos DECA? Pues no. Antes de la liquidación de la Fundación, los cursos religiosos volvieron a cambiar de asiento, y desde entonces los ofrece el Centro Mediterráneo, que está bajo el amparo del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Patrimonio de la Universidad de Granada. Este centro ofrece cursos a toda la población de la provincia de Granada, y de Ceuta y Melilla. En general son cursos divulgativos de prestigio. Yo mismo he participado con gusto en algunos (aunque tras este artículo no sé si seguirán invitándome). ¿También son prestigiosos los cursos DECA? Veamos brevemente sus contenidos.

5. Sobre cómo una Universidad pública oferta cursos doctrinales más baratos que los de la Iglesia

Se trata de cuatro cursos: “DECA I. El mensaje cristiano”, “DECA II. Pedagogía y Didáctica de la Religión en la Escuela”, “DECA III. La Iglesia, los sacramentos y la moral”, y “DECA IV. Religión, cultura y valores”. Los títulos ya son bastante explícitos, pero si tienen dudas, les invito a examinar los programas en los enlaces anteriores. ¿Son estudios objetivos, científicos, sobre el ‘hecho religioso’? ¿Lo son cuando proclaman, por ejemplo, “las exigencias morales de la persona a la luz del mensaje cristiano”?, ¿O cuando una competencia a adquirir es la “Conciencia del papel del profesor de religión como enviado de la Iglesia para insertar el Evangelio en el corazón de la cultura”? Nadie podría defender la objetividad y valor científico de todo eso sin que se le alargara la nariz, pues lo que hay es pura doctrina de la Iglesia al gusto de la Conferencia Episcopal, más métodos didácticos (digamos que para un adoctrinamiento eficaz durante la etapa del desarrollo más vulnerable). En tres palabras: formación de catequistas. No en vano desarrollan programas aprobados por la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la CEE.

En consonancia con el espíritu de la Ley Orgánica de Universidades, el artículo 3.e de los estatutos de la UGR aclara que uno de los fines de ésta es “La realización de actividades de extensión universitaria dirigidas a la creación del pensamiento crítico y a la difusión de la ciencia, de la técnica y de la cultura”. ¿Sabe esto el Vicerrectorado de Extensión Universitaria que ahora “ampara” los cursos DECA?

Éstos son cursos con 60 horas de clases (ahora virtuales debido a la covid-19) cada uno, y muy baratos en la UGR: a 78 euros, 312 € en total. En este curso académico, la DECA se está impartiendo entre octubre de 2020 y mayo de 2021.

Digo que son cursos muy baratos, pero ¿comparados con qué? Con los de la competencia. Podemos comprobar que, sin salir de Granada, el Instituto de Teología Lumen Gentium de la Archidiócesis de Granada tiene el total a 560 euros. La Facultad de Teología (de los jesuitas, fuera de la UGR) ofrece lo mismo por 650 euros, ya más del doble que la UGR. Y, en la misma ciudad, los cursos DECA también los oferta el Centro de Magisterio La Inmaculada, del arzobispado (pero, ay, adscrito a la UGR), por 1.080 €, más del triple que la Universidad pública. Aunque los estudiantes pueden hacer la DECA en esta última y ahorrarse una pasta, La Inmaculada no hace rebajas, seguramente porque confía en la devoción de sus alumnos, o más bien la de sus padres, que suelen tener un nivel económico alto (véase a continuación lo que pagan por los grados).

6. Sobre otras claves económicas relacionadas

¿Hay claves económicas en estas acciones de la UGR? Tenemos datos interesantes. Por un lado, como acabamos de ver, la Universidad pública facilita el título de adoctrinador católico infantil a bajo coste, compitiendo para ello ventajosamente contra la propia Iglesia, y de ahí saca un beneficio. Por otra parte, saca (mucho) más dinero del centro eclesial La Inmaculada, pues se queda con el de las tasas de matrícula de sus grados (757 € para primer curso); a cambio, casi nunca ha controlado mucho lo que allí se cuece (esto daría para otro serial). No se preocupen por La Inmaculada, que tampoco pierde, ni mucho menos. A su flamante edificio de unos 20 millones de euros acceden alumnos con todo tipo de notas de acceso, incluyendo algunos cuya calificación no les ha alcanzado para estudiar Infantil o Primaria en la Facultad (esta sí pública) de Ciencias de la Educación de la UGR. En cualquier caso, tendrán (salvo unos pocos becados) que costear no sólo la mencionada matrícula, sino lo más gravoso, las tasas de La Inmaculada: 2.970 € por curso académico, 49,5 € por crédito. Con esto y un poquito de explotación del profesorado lleva el arzobispo al día la millonaria hipoteca del nuevo centro.

Por otro lado, la CEE pide otros 60 € para homologar cada título DECA. Si el obispo quisiera asegurarse de que el solicitante “da testimonio de vida cristiana”, los costes podrían dispararse, pero desconozco este aspecto. Tampoco entro aquí en los negocios (apoyados o directamente cubiertos por el Estado) verdaderamente pingües, el de la educación religiosa en los centros no universitarios públicos y concertados, y el de las universidades privadas religiosas.

¿Está claro quiénes sufragan la fiesta de la enseñanza religiosa?

7. Sobre las instancias universitarias que participan en el juego DECA

¿Qué instancias universitarias están involucradas en los cursos DECA? En el caso de la UGR, para empezar tenemos el Departamento universitario directamente implicado, el de Didáctica de las Ciencias Sociales, dirigido por Mª de la Encarnación Cambil. Tres de sus profesores se encargan de la impartición de los cursos DECA.

En segundo lugar tenemos a la Facultad de Ciencias de la Educación (¡precisamente esta Facultad!), que alberga ese Departamento. Durante años nos hemos dirigido desde UNI Laica con este asunto, sin éxito, a los decanos de la Facultad; en la actualidad, a Javier Villoria, que dice defender la Universidad aconfesional. Pero yo seguiré indicándole, cuando coincidamos, en que para eso tiene que ser un DECA-no.

En tercer lugar está implicado ahora, claro, el Centro Mediterráneo de la UGR, cuyo director académico es el profesor de Filosofía Óscar Barroso. En la web del Centro se destaca que sus cursos “cuentan con una amplia programación basada en criterios de calidad, variedad, actualidad, novedad y rigor científico”, y que “buscan acercar a su alumnado a los resultados de las investigaciones y a los métodos novedosos que se están aplicando en los grupos de investigación de la Universidad de Granada”. Cuando lo que se hace es “insertar el Evangelio en el corazón de la cultura” para adoctrinar a los niños y niñas como Dios manda, hablar de “rigor científico”, “resultados de las investigaciones”… ¿no suena a broma de aquel santo impulsor de la “santa desvergüenza”?

En cuarto lugar, está involucrada la propia Universidad de Granada. Como hemos visto, la actual rectora, Pilar Aranda está muy al tanto (como el anterior rector) de las denuncias de UNI Laica. Si un glorioso día llegó a retirar los cursos DECA, ¿por qué los mantiene ahora?

Por último, hay que recordar que UNI Laica envió un escrito sobre este asunto a la Conferencia de Decanas y Decanos de Centros de Educación, y seguimos esperando una respuesta. También la esperamos de la Conferencia de rectores y del ministro de Universidades, Manuel Castells. Estas instancias podrían aportar unas soluciones para todas las Universidades, pues es obvio que el caso que denunciamos en la UGR se da también en otros centros.

8. Sobre el (no) compromiso de la Universidad pública con la aconfesionalidad, la no discriminación, la infancia… y su propia dignidad

En resumidas cuentas, mientras no eliminen al menos los cursos DECA extra-grados, podremos afirmar que ni a la directora del Dpto. de Didáctica de las Ciencias Sociales, ni al director académico del Centro Mediterráneo, ni al decano de Ciencias de la Educación, ni a la rectora de la UGR, ni a los decanos de Educación, ni a los rectores, ni al ministro, les importa: (1) que la Universidad no cumpla con la aconfesionalidad exigida a un centro de carácter público, (2) que con la impartición de esos cursos se acepten sumisamente, e incluso se extiendan, las abusivas imposiciones de la Iglesia católica y las intromisiones de un estado extranjero (la Santa Sede) en los planes de estudio y en la oferta académica en general, (3) que la Universidad esté involucrada en la discriminación por motivos religiosos y la conculcación del derecho a no expresar las creencias personales, y finalmente, quizás lo más grave de todo (4) promover de una manera decisiva el abuso infantil que supone el adoctrinamiento religioso, mediante la preparación y titulación de los adoctrinadores de niños y niñas españoles en la escuela, sea ésta privada, concertada o pública.

Respecto al punto (4), no se olvide que, según el artículo 14.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño, todos los niños y niñas tienen derecho a “la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. El adoctrinamiento infantil atenta directamente contra esas libertades, de modo que es un abuso mental que viola derechos fundamentales de la infancia. Para evitarlo en lo posible, o al menos dejar de ser cómplices con él, hay que actuar desde luego en distintos ámbitos, pero no se olvide, entre ellos, el universitario.

En definitiva, hay que exigir, como acaba de hacer UNI Laica, el fin de los cursos DECA (y de otras formas de confesionalismo) en la Universidad, empezando de forma inmediata por los que ofrece voluntariamente. Para acabar con los cursos de oferta impuesta por la Santa Sede (y para poner coto a tantos otros atropellos eclesiales), es urgente la denuncia y derogación de los Acuerdos de 1979. Todo ello lo exigimos en defensa del rigor académico y científico de la Universidad, por respeto a su aconfesionalidad y la del Estado, en salvaguarda de la dignidad universitaria y, sobre todo, en defensa de los derechos fundamentales de los estudiantes universitarios, de los maestros y –muy especialmente– de las niñas y niños.

(*) Juan Antonio Aguilera Mochón es miembro del Secretariado de UNI Laica y profesor titular del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada.​