Dos no se pelean si uno no quiere. Susana Díaz parece decidida a aplicar ese dicho al pie de la letra después de que, tras la comparecencia ayer en rueda de prensa del número dos socialista José Luis Ábalos, todos los observadores concluyeran que la dirección federal del PSOE había desenterrado el hacha de guerra contra la secretaria general andaluza.

En una entrevista esta mañana en el programa ‘Hoy por hoy’, de la Cadena SER, Díaz no solo ha eludido el cuerpo a cuerpo con Ábalos, sino que ha puesto en valor la actitud cordial que le mostró personalmente Pedro Sánchez tras conocerse los resultados del 2-D: las palabras del secretario de Organización, sostiene Díaz, “se han sacado de contexto por los periodistas, porque Pedro fue cariñoso conmigo y me dijo que ahí estaba para lo que yo necesitara, para ayudar, la verdad es que muy bien”.

"No quiero saber de historias"

También dijo haber recibido muchas muestras de cariño de dirigentes del partido: Ximo Puig, Javier Lambán, Javier Fernández, el secretario general de Madrid… ¿Está hablando de sus aliados?, le preguntó con malicia la conductora del programa, Pepa Bueno: “No, no, no quiero saber de historias, de verdad, estoy centrada en mi tierra”.

La líder andaluza ni siquiera entró en polémica con Ábalos cuando la periodista le recordó que el dirigente valenciano y ministro de Fomento había aludido a la necesidad de “regeneración” del PSOE andaluz: “Se regenera aquello que está degenerado –repitió– y yo lidero un partido honesto que ha tenido la confianza de más de un millón de andaluces”.

El peso del Gobierno en el 2-D

La presidenta eludió cualquier reproche directo a Ferraz o a las alianzas parlamentarias de Pedro Sánchez con los independentistas catalanes, a las que no pocos analistas atribuyen un peso muy significativo en el severísimo retroceso del PSOE en las autonómicas del domingo: 14 diputados y 402.000 votos. Aun así, se le escuchó poca autocrítica.

Díaz defendió con uñas y dientes haber conservado la primera plaza y, aunque explícitamente no hizo recriminación alguna al Gobierno de Sánchez, sí subrayó dos circunstancias atenuantes para San Telmo y agravantes para la Moncloa.

Una, que los votantes socialistas se quedaron en casa y no emigraron a Adelante Andalucía, lo que en su opinión significaría que el castigo al PSOE no se explica en clave de agenda social, es decir, en clave de no haber sido las políticas socialistas suficientemente de izquierdas; y dos, que Ciudadanos y PP lograron situar el problema catalán en el eje central de una campaña que ella hubiera querido con acento exclusivamente andaluz. Ambos argumentos apuntaban tácitamente contra el Gobierno central.

No arroja la toalla

Por lo demás, la líder socialista se muestra dispuesta a presentarse a la investidura, pero siempre que reúna los apoyos necesarios para ello, es decir, siempre que convenza a Ciudadanos de que se abstenga o le dé su voto favorable, algo que hoy por hoy prácticamente nadie cree que vaya a ocurrir.

Díaz parece confiar en que Ciudadanos valorará debidamente los riesgos de aliarse con un partido de extrema derecha como VOX, pero si la formación naranja puede conseguir el poder por esa vía, el PSOE solo podrá evitar que Ciudadanos tome tal camino ofreciéndole él mismo sus votos a Juan Marín para que sea presidente. En ese caso, sumarían 54, pero bastaría con que Adelante Andalucía se abstuviera total o parcialmente para superar los 38 noes que sumarían PP y VOX.

Igualmente, la presidenta en funciones pareció, en contra del criterio de Ábalos, dejar la puerta abierta a quedarse en la oposición si no lograra renovar su permanencia en San Telmo. Díaz está convencida de que los 400.000 votantes socialistas que se quedaron en casa están a la espera de ser convencidos para regresar: “Su corazón está en el PSOE, pero tenemos que llegar a él”.