Antonio López Hidalgo (Montilla, 1957-Sevilla, 2022) nunca se olvidó de vivir. Amigos, compañeros de profesión, profesores y alumnos de Universidad de Sevilla así lo certificaron ayer en el acto de homenaje celebrado en el salón de actos de la Facultad de Comunicación, donde ejercía de catedrático de Redacción Periodística hasta su súbita muerte hace seis meses. Todos coincidieron: fue un hombre ejemplar en el periodismo y ejemplar en la academia. Seguramente habría acabado siendo decano de la Facultad de Comunicación. 

Con su aspecto de vikingo con sobrepeso y su gesto de cardenal indulgente y socarrón, con su vitalidad inmarcesible y el rigor con que se tomaba su trabajo de periodista, de escritor o de docente, la vida de Antonio López Hidalgo ilustra bien aquella reflexión que Javier Gomá se hacía en su microensayo ‘La imagen de tu vida’. Se preguntaba el filósofo ¿qué es la vida del hombre? y se respondía escuetamente: “Esto: la lenta gestación de un ejemplo póstumo”.

Quienes ayer se dieron cita en el salón de actos de la FCOM habrían suscrito la máxima de Gomá. Los diversos testimonios que pudieron escuchar los numerosos alumnos y compañeros presentes en el homenaje fueron dibujando, con distinto trazo pero un mismo propósito, el retrato de un tipo culto, comprometido, afable, fiable, un periodista serio pero bienhumorado que cultivó diligentemente todos los géneros desde las trincheras, hoy embarradas, de la información.

Fue también el gran López un profesor que supo trasladar a sus alumnos cuanto había aprendido en la calle, universidad primera y última de un oficio hoy en horas bajas no solo por la escandalosa precariedad laboral que lo atenaza y devalúa, sino porque la verdad, que es su materia prima, cotiza con el mismo valor que la mentira en el mercado global de la información. 

Concluye Gomá su atinada reflexión preguntándole al lector qué hubiera escrito de sí mismo en la hora de su muerte de haberle sido posible: “¿Qué querrías que dijeran de ti? ¿Cómo te gustaría ser recordado?”. Quienes ayer estuvimos presentes en la ‘laudatio funebre’ en memoria de Antonio López Hidalgo nos conformaríamos quizá con que en nuestra hora final dijeran de nosotros la mitad de las buenas cosas que dijeron ayer del compañero fallecido. Nos conformaríamos, en fin, con haber gestado en nuestra vida un ejemplo póstumo cercano al suyo.