Desde el 9 de junio, el  mismo día que se levantó el estado de alarma y se pudo viajar entre provincias limítrofes, hemos alternado largos periodos en La Antilla con escapadas breves a  Dos Hermanas, salvo en el mes de agosto que preferimos refugiarnos en la tranquilidad calurosa del interior porque había demasiados veraneantes en la playa.  

La pandemia y el cuidado que debemos tener las personas mayores de 65 años con algunos achaques, para no infectarnos del maldito virus, nos está inclinando cada vez más a quedarnos en la Antilla, pues salvo en julio y agosto hay poca gente por lo que es muy fácil mantener las distancias y además como es la zona costera de Lepe, goza de casi todos los servicios necesarios.

Sentado en la silla plegable unas cuantas horas todos los días cerca de la orilla, leía en mi libro electrónico, chateaba en el móvil, charlaba, nadaba, andaba por la orilla vigilaba algunos días a los nietos y recordaba veraneos familiares hace más de 40 años, cuando ni había móviles ni tenía ocasión de leer, es más creo que normalmente paseaba, charlaba y me sentaba directamente en la arena, mientras  los niños jugaban y tenía poco tiempo para mirar lo que hacían los demás, aunque sobre todo recuerdo mujeres al sol bronceándose, gente nadando, muchos niños jugando y paseantes mayores.

El pasado domingo 11 de octubre, quizá el último día con mucha gente en la playa me decidí a hacer un recuento de las cosas que hoy hacen los playistas, el método que utilicé, objetivo aunque poco representativo, fue pasear por la orilla con el sol a la espalda, mirando hacia los que estaban sentados y anotando, mentalmente, qué hacían hasta que completé 100 y este es el resultado: 36 charlando o pendientes de niños, 24 tecleando en el móvil, 9 hablando por teléfono, 9 tomando el sol, 9 leyendo en libro electrónico,  5 leyendo revistas, 5 haciendo pasatiempos, 3  leyendo libros de papel. Otros andaban o se bañaban, pero solo estaba interesado en lo que hacían los que estaban sentados, os preguntareis ¿para qué?, pues para entretenerme, para tener datos y poder comparar con los que tome los años próximos, si estoy, y sobre todo… para tener algo que contar en este artículo que no sea sobre la realidad política, social o sanitaria. Saludos, amigos.

(*) Juan María Casado es profesor jubilado de la Universidad de Córdoba.