Resulta hasta desagradable una afirmación como esta a la vista de los acontecimientos, pero los seguidores de Juan Carlos Aragón llevábamos de luto algunas semanas. No porque hubieran salido a la luz los detalles de su enfermedad, que se lo ha llevado de forma rápida, dejándonos en shock, sino porque había anunciado que se tomaba un año sabático. En 2020 no íbamos a tener sobre las tablas del Falla ninguna agrupación del profesor de Filosofía más emblemático de Cádiz, que quería disfrutar de su nueva incursión en la paternidad, un niño llamado Silvio, como el cantautor cubano por el que tantas veces había manifestado su admiración.

En su artículo publicado en El Desmarque, digital donde cada fin de semana (hasta el anterior a su muerte) demostraba que el manantial de sarcasmo en él era inagotable, escribía que se había sentido “un funcionario” este último año cada vez que se acercaba a la guitarra. Después de 35 carnavales consecutivos estrenando agrupaciones, uno escuchaba cada copla de Juan Carlos como el discurso que te suelta ese amigo canalla al que ves cuatro veces al año y con el que a lo mejor ni estás de acuerdo, pero necesitas oírlo.

Tampoco es que hubiera sido mala la cosecha del concurso de este año, más bien todo lo contrario a lo que esperarías del funcionariado del carnaval. La Gaditanissima, segundo premio en comparsas, es una delicia para los oídos, como todo lo que lleva pariendo desde 2015, cuando dio con un grupo que antepone en el cantar la vocalización al gorgorito. A sus fieles tal vez nos había ilusionado más, por lo que suponía, Er Chele Vara, chirigota incomprendida por el jurado (qué más da, después de todo) en la que ironizaba sobre los vicios y contradicciones de la izquierda, y de algún modo sobre lo que él mismo representaba, dando un uso a ese espejo deformante que es el carnaval de una brillantez al alcance de pocos autores de la fiesta (por no decir ninguno), que además conectaba con su primera etapa, a la que se refirió en innumerables ocasiones con nostalgia por su pureza carnavalesca.

https://www.youtube.com/watch?v=vyd_Q304Caw

El niño de las dos caras

Aunque había pasado por el concurso juvenil y hecho sus pinitos en la modalidad de coros, para Juan Carlos su trayectoria empezaba de verdad en 1994, con Un peasso coro, ejercicio de poca vergüenza que lo convirtió de inmediato en uno de los favoritos del Falla. En sus agrupaciones de aquellos años se daban la mano la esencia canallesca de la chirigota callejera con una profundidad insólita en sus críticas a la sociedad, cayese quien cayese. De lo primero sirve de ejemplo su etapa dorada como cupletista, con Los Guiris, Kadi City. Ciudad sin ley o Las Ruinas Romanas, donde rebosaban la genialidad y la sorna en las referencias del autor a Sevilla, el mundo rociero, los efectos de las drogas o su supuesta omnipotencia sexual. De lo segundo, quedan pasodobles que todo el mundo se sabe como aquel de Los Panteras a la tardía concesión de la Llave de Oro del Cante a Camarón o la tanda que interpretaron Los Yesterday en la final, con aquel “Aunque diga Blas Infante” que se ha convertido en santo y seña del andalucismo autocrítico.

Con esa chirigota conseguía Aragón su primer triunfo en el Falla en 1999 pero no solamente eso, sino la reinvención de la modalidad, a la que de alguna manera quitó las telarañas, y la notoriedad en toda Andalucía, que a través de la tele vibraba con el estribillo de aquellos hippies: “¡Y menos trabajo, y más carnaval!”. Entre los jóvenes se desataba la idolatría hacia su figura por la identificación con la fuerza de sus letras: “Es que es profesor de Filosofía, y eso se nota”. Había nacido el otro “juancarlismo”.

https://www.youtube.com/watch?v=8tqbbakHQs0

Coplas inmortales

Que Juan Carlos Aragón llevaba dentro a un comparsista de los buenos era evidente, y la oportunidad de demostrarlo se presentó en 2001, cuando el grupo de Martínez Ares, que había dominado a lo grande la década anterior, rompía con el autor. En la modalidad de la poesía y la crítica, en la que la belleza tiene mucho más peso que el humor (no le han faltado ni le faltan detractores por ello, incluido el propio Juan Carlos, aunque esa es otra historia), sacó a relucir desde el principio todo su potencial como letrista. Reto a cualquiera a que encuentre un popurrí con más contenido que el de Los Condenaos, el segundo premio con el que debutó, o el de Los Ángeles Caídos, primer premio en 2002. Como músico,de raíz dylanita y sabinera, con un ojo en Cuba y el otro en los tablaos, también estuvo a la altura.

https://www.youtube.com/watch?v=cvjgMSLRXZ0

De su mano y de la de otros autores, la comparsa terminó por convertirse en la reina del Falla. Y ahí se quedó, aunque rechazara buena parte de las letras de la modalidad, algo que no tuvo reparos en pregonar sin descanso. Para soltar cualquier cosa que se le viniera a la cabeza nunca tuvo problema. Por sus pasodobles, capaces de poner al Falla en pie con regularidad (con letras más o menos populistas, que el hombre era filósofo pero tampoco iba a cantar a Schopenhauer en verso), y por su facilidad para echar a componentes de su grupo fue creciendo la leyenda.

Cada uno tendrá sus comparsas favoritas de Juan Carlos  y ninguna opción es mala. El concurso le encumbró en tres ocasiones más: en 2007 con Araka la Kana, apabullante hermanamiento con una combativa murga uruguaya que le llevó a cruzar el charco, y en 2015 y 2018 con Los Millonarios y Los Mafiosos, dentro de esta última etapa con un grupo estable y mayor rigor en forma y contenido.

https://www.youtube.com/watch?v=moOlFSXe4Xc

Todos condenaos

Termino de escribir estos párrafos y tengo que volver a mentalizarme de que es cierto. A los juancarlistas no nos llegarán nuevos versos de esa voz canalla, rebelde e inteligente a la que necesitábamos como se necesita a un amigo. Ni el año que viene ni nunca. El carnaval de Cádiz pierde a una de las figuras más trascendentales de su historia y a su vez de las más vigentes. Pero aunque se entierre al hombre, no hay duda de que sus coplas pervivirán.

“Mi guitarra,

no se la den a cualquiera,

y si acaso,

que la condenen conmigo.

Mi palabra,

dejadla en la carretera,

pa que nunca,

la metan dentro de un libro.

Mi corazón,

que se lo den a la gente,

pa ver si así

se alimentan de mi tierra.

Mi rebeldía,

pa los últimos rebeldes.

Y mi tierra,

tú ya sabes que mi tierra,

que no se la den a nadie "

(Popurrí Los Condenaos, 2001)

https://www.youtube.com/watch?v=j82YOECycao