Vicepresidente formal pero no material del Gobierno andaluz de PP y Cs, Juan Marín es algo así como un ministro sin cartera: no porque no tenga competencias, sino porque la cartera que contiene sus documentos de identidad se la ha robado el Partido Popular. La singularidad de este atraco es que la víctima está encantada con el malhechor que lo ha dejado limpio.

Ayer fue recibido con honores en el XVI Congreso del Partido Popular de Andalucía, donde compartió sillón con el consejero de Presidencia y vicepresidente material del Gobierno andaluz Elías Bendodo, que lo entrevistó con dulzura tras haber sido fogosamente abrazado por el presidente Juan Manuel Moreno. El vicepresidente pensaba que era un abrazo fraternal entre iguales, sin advertir de que se trataba del abrazo del oso.

Marín no parece darse cuenta de que está dejando a sus antiguos votantes sin un solo aliciente para que lo voten de nuevo: la sospecha, alimentada por la mayoría de sondeos, de que votar a Cs equivaldrá a tirar el voto al saco de las papeletas estériles activará el resorte del voto útil, favorable siempre al partido grande.

Viendo a Marín y Bendodo glosando animadamente los innumerables aciertos del Gobierno del que ambos forman parte nadie habría dicho que uno estaba muerto y el otro más vivo que nunca. Marín es un cadáver en tanto que líder territorial de un partido agonizante, aunque no lo es en tanto que político en general: su buena sintonía que el oso popular que tan calurosamente lo abraza sugiere que si Cs fracasa en las elecciones autonómicas, a Marín le reservarán un sitio bien abrigado en la cueva autonómica.

En la charla que mantuvo con él, Bendodo reivindicó el célebre “encapsulamiento” del Ejecutivo andaluz que preservaría la integridad de la nave gubernamental ante a las tormentas que han enfrentado a PP y Cs. Marín estuvo de acuerdo: sigue sin darse cuenta de que quien verdaderamente está encapsulado es Ciudadanos y quien regula la válvula del oxígeno es el PP. Cuando Marín se quede sin ese verdadero oxígeno de todo partido que son los votos, su supervivencia quedará en manos del PP.

Elías llegó a decir que “si se observara por una mirilla en las reuniones del Consejo de Gobierno nadie sabría decir quién es del PP y quién de Cs”, tras lo cual preguntó, confianzudo, a su cándido interlocutor: “¿Por qué crees que existe esta gran sintonía entre nuestros dos partidos, Juan?”.

De nuevo, el guiño cómplice del Oso Cariñoso contó con el caluroso beneplácito de El Abrazado: “Somos solo equipo ­–confirmó Juan–, miro a los consejeros de Cs y de PP y veo a compañeros; no diferenciaría si Aguirre es del PP o Imbroda es de Cs”.

Nadie diría que quien se expresaba en términos tan cariñosos ante un político del PP era el líder de un partido que, según la última encuesta fiable, ha perdido –precisamente en beneficio del PP– nada menos 476.000 de los 518.000 votos logrados en las elecciones autonómicas de 2018.