Solo desde el desconocimiento, la doblez, la cobardía o el populismo más desahogado cabe entender que los mismos dirigentes políticos que llevan días crucificando Alberto Garzón por recomendar un consumo moderado de carne sean a su vez titulares de gobiernos o departamentos gubernamentales que recomiendan oficialmente lo mismo que el ministro. Varía la música de sus mensajes, pero no la letra.

El reproche que, no sin razón, se le ha hecho al presidente Pedro Sánchez por tomarse a chufla a su ministro es extensible a otros responsables institucionales. Es el caso de la Junta de Andalucía.

Un mismo mensaje

La web oficial de la Consejería de Salud y Familias dice textualmente:

“Reducir el consumo de carnes rojas a un máximo de 2-3 veces por semana y aumentar la ingesta de verduras puede ayudar a prevenir algunos tipos de cáncer. Los beneficios de comer más hortalizas y frutas también se extienden a otras enfermedades crónicas: prevención de la obesidad, de enfermedades cardiovasculares, estimulación del sistema inmune y freno del deterioro por la edad”. 

La recomendación de la Consejería conluye así: "Estas pautas de alimentación saludable pasan por incluir en nuestro menú diario más alimentos ricos en fibra como los cereales, preferentemente integrales, al menos dos raciones diarias de lácteos, pescados, legumbres, aceite de oliva, frutas y verduras, y también la carne roja, que tiene beneficios para la salud por su contenido en proteínas de alto valor biológico, hierro, zinc y vitaminas, pero de forma ocasional y con moderación (no más de 500 gramos a la semana)".

El mensaje de Garzón en su vídeo en redes sociales y en declaraciones posteriores a los medios ha sido este:

"Hay que reducir el consumo de carne. Eso no significa no consumir carne, sino que significa consumir de acuerdo con las recomendaciones sanitarias y que, si podemos, que sea controlable el origen y que sea de ganadería extensible, que es la que protege el territorio, el planeta y los puestos de trabajo".

El mensaje es inequívoco en ambos casos. Sin embargo, cargos institucionales del PP y de la Junta de Andalucía, como la consejera de Agricultura Carmen Crespo, se lanzaron al degüello de Garzón. El jueves pasado, horas después de que estallara el supuesto escándalo, Crespo escribía en Twitter:

“Hoy en el Parlamento he vuelto a insistir al Gobierno de España la petición de retirada inmediata de la campaña del ministro Garzón contra el consumo de carne”.

A la consejera le respondía ese mismo jueves 8 en la misma red social el usuario Antonio Antonio (@gomezfor1) con este consejo: “Lea al menos lo que ustedes propugnan”, e insertaba el fragmento de la web oficial de la Junta recomendando el mismo consumo moderado de carne que recomienda el ministro contra el que con tanta furia han cargado cargos de la Junta y dirigentes del Partido Popular, con Pablo Casado a la cabeza.

Dieta mediterránea de Kentucky

Quizá quien de manera más imprudente sobresalió en la cruzada contra Garzón fue el exalcalde, exministro y eurodiputado Juan Ignacio Zoido, que publicaba ese mensaje, ilustrado con la imagen de una plato de carne empanada de apariencia algo aceitosa:

“No puede acabar el día sin recordar que ‘Yo como carne’ porque forma parte de la dieta mediterránea, su consumo es saludable y hay que apoyar al sector cárnico y ganadero”.

A Zoido le contestaba la parlamentaria y exdirigente de Podemos Teresa Rodríguez con grafía andaluza y choteo gaditano:

“Dieta mediterránea de Kentucky, ¿no Zoido, miarma? Empanao más chungo, io. Si esta es tu dieta saludable apunta: mirarme el colesterol y los triglicéridos”.

Más tarde, Zoido se defendía reculando un poco:

“Como al parecer ha interesado mucho mi dieta, os informo. Hoy ha tocado una ensalada de tomate y unas puntillitas. Lo mejor es comer un poco de todo de forma equilibrada, sin imponer ni prohibir”. Un consejo que seguramente suscribiría el ministro Garzón.