Unas palabras de Susana Díaz bien meditadas pero mal medidas son desde ayer la munición preferida con que los artilleros del periodismo y la política vienen cargando sus exhaustas baterías para disparar contra el Partido Socialista. Lo interesante de los apuros que está pasando el PSOE a propósito de la imputación de Chaves y Griñán es que son consecuencia directa de los errores cometidos por el propio partido. Por una vez parece verdad la célebre excusa de los errores de comunicación: cuando la presidenta andaluza Susana Díaz dijo el 6 noviembre pasado que “cualquier persona que resulte imputada por el Supremo o por el TSJA va a tener que dejar el escaño”, lo que en realidad parece que quería decir era que “cuando comparezcan ante un juez y se impute un delito a aforados del PSOE, a mí no me va a temblar el pulso”. El primer problema es que esa crucial matización fue hecha por la presidenta andaluza no ese mismo 6 de noviembre por la tarde o incluso al día siguiente, sino nada menos que el 13 de noviembre, es decir, ¡siete días después! NO MATICES, QUE ES PEOR El segundo problema es que en política las matizaciones son un problema: o no parece que son matizaciones o no caben en un titular o la gente no se las cree. O las tres cosas. Es la imprudente frase de Díaz del día 6 de noviembre, y no su razonable aclaración del día 13, la que está alimentando la hambrienta cañonería de los adversarios del PSOE. Ahora bien: ¿están imputados Chaves y Griñán? ¿Quiénes tienen razón, los que sostienen que lo están o los que sostienen que no lo están? También aquí la respuesta es sumamente interesante, pues tienen razón ¡ambos! Y la tienen, sencillamente, porque la palabra imputado tiene dos significados, y los tiene no ya políticamente sino jurídicamente. Lo han explicado muchas veces muchos juristas, bastantes de los cuales son partidarios de buscar otra terminología menos confusa. LA IMPUTACIÓN Y EL COLESTEROL Con la imputación ocurre como con el colesterol, que lo hay bueno y malo. La imputación ‘buena’ es una mera garantía procesal: ante una denuncia o querella no del todo infundada contra una persona, si es admitida por el juez éste llamará a esa persona a declarar como imputada –que en este caso equivaldría a investigada–, aunque en ese momento todavía no tenga contra ella indicios concretos de criminalidad. Mientras que la imputación ‘mala’ mucho más que eso: es la atribución de un delito porque, tras investigar al denunciado, el juez aprecia indicios racionales de criminalidad en su conducta. Lo explicaba con estas palabras el vicepresidente del Tribunal Supremo Ángel de Juanes: “La doctrina mayoritariamente considera que habría que distinguir a efectos procesales entre quien solo es sospechoso y está siendo investigado y aquel sobre el que, por el contrario, se aprecian indicios racionales de criminalidad”. MÁS CULPABLES QUE AYER Chaves y Griñán están en el primer caso pero su situación es interpretada como si estuvieran en el segundo, y es interpretada así en buena medida –no solo, pero sí en buena medida– porque el propio Partido Socialista ha contribuido con sus errores a esa interpretación que ahora le es tan desfavorable. De hecho, Chaves y Griñán no están hoy más imputados que ayer: están igual de imputados –o dicho en román paladino: son igual de culpables– que cuando en noviembre pasado el Supremo, tras recibir la exposición razonada de la juez Alaya y escuchar a la Fiscalía, se declaró competente para investigarlos. El hecho de que ahora el juez Barreiro los llame a declarar “en su condición de imputados” no supone que hayan entrado en un momento procesal distinto: simplemente, el juez, que ya decidió que había motivos para investigarlos, no puede llamarlos a declarar de otra forma que como imputados, que en este contexto significa –todavía– investigados. Sin embargo, la interpretación más generalizada –'date por imputado'– es que ambos expresidentes están más imputados que ayer pero menos que mañana, o dicho en román paladino, que son hoy más culpables que ayer pero menos que mañana. LA SOMBRA DE BLANCO Y por si todo ello fuera poco y los errores del socialismo acorralado no hubieran sido ya suficientes, ayer sus líderes volvieron a cometer otro, y de no menor bulto que los anteriores. Tanto Susana Díaz como la dirección federal dijeron ayer esto: "Cuando el juez impute un delito a alguna persona, esa persona tendrá que dejar el escaño". Y aquí puede venir otro lío: con Chaves y Griñán en el caso de los ERE puede suceder lo mismo que con el ex ministro José Blanco en el caso Campeón, que el juez instructor del Supremo vea indicios claros de criminalidad y les impute uno o varios delitos, pero que luego la Sala de lo Penal, que tiene la última palabra antes de tramitar el suplicatorio a las Cámaras, rechace la imputación propuesta por el instructor.   YO MATIZO, TÚ MATIZAS, ÉL MATIZA El problema es que entre una y otra decisión pueden pasar varios meses, como ocurrió con Blanco: en marzo de 2013 el fiscal Dolz pidió su imputación formal, en junio el instructor Soriano le dio la razón solicitando a la Sala de lo Penal que tramitara el suplicatorio al Congreso y en julio la sala rechazó por unanimidad la propuesta de imputación y archivó el caso. Si vuelve a repetirse ese escenario, tendrán razón quienes, apelando a la literalidad de las palabras de ayer de la presidenta andaluza, le exijan que las cumpla reclamándoles el escaño a los aforados. Y de nuevo entonces el PSOE y Díaz tendrán que matizar diciendo que ellos se referían a una imputación firme, no provisional. Y de nuevo la matización caerá en el saco roto que los propios dirigentes socialistas se habían encargado –ellos solos, con estas manitas– de romper.