En Granada y pese a sus mediocres resultados del 28 de abril, Ciudadanos hizo uno de los mejores negocios de su historia y el Partido Popular, uno de los peores.

Con solo cuatro concejales, el primero se hizo con la Alcaldía mientras que el segundo, con siete ediles y aun gestionando importantes áreas de gobierno, se siente estafado porque el exsenador socialista y hoy alcalde naranja Luis Salvador niega haber contraído compromiso alguno con los populares para cederles la vara de mando en 2021.

El órdago

Transcurridos los primeros meses de gobierno de PP y Cs con apoyo externo de Vox, el presidente popular Sebastián Pérez no se da por vencido.

En la apertura del curso político, el pasado jueves en Órgiva, quien es familiarmente conocido en medios políticos y periodísticos granadinos como ‘el Sebas’ lanzaba el mismo órdago que ya lanzó después de las negociaciones para formar gobierno: Salvador debe cederle la Alcaldía en 2021 porque así lo acordaron ambos en un pacto de caballeros, sellado con un apretón de manos horas antes de la investidura.

¿Pero hubo o no hubo 2+2?

El envite de Pérez desde la Alpujarra no parece haber inquietado mucho a Luis Salvador, que ayer, cinco días después, le contestó a su socio lo mismo que le ha venido contestando desde que amarró la Alcaldía: que él está donde está merced al pacto firmado por las direcciones nacionales de PP y Ciudadanos y que en ese pacto no figura por ninguna parte esa cláusula de 2+2 –dos años de alcalde cada uno– por cuyo cumplimiento clama en el desierto el presidente del PP.

¿Hubo ese pacto de caballeros? ¿Le prometió ‘Salva’ al ‘Sebas’ que le cedería el sillón en 2021? El alcalde no dice que sí, pero tampoco dice que no: se limita a apelar taimadamente una y otra vez a lo firmado por los dirigentes nacionales Teodoro García Egea (PP) y Fran Hervías (Cs) en junio pasado.

Dos ases

En esta partida a cara de perro no tanto entre el PP y Cs como entre Pérez y Salvador, este cuenta con mejores cartas que el líder popular, y ambos lo saben. Si se tratara de una mano de póker, el regidor naranja tendría al menos dos ases: el primero, que para echarlo de la Alcaldía el PP tendría que sumar –algo impensable– sus votos con el PSOE, que obtuvo 10 concejales; el segundo, que ni la dirección nacional ni la dirección andaluza del PP se muestran receptivas a la indignada reclamación de Pérez.

Lo que para Luis Salvador es un problema de “interpretación” que deberían dirimir las direcciones nacionales, para Sebastián Pérez es un abuso en toda regla. Lo que para Luis Salvador son “trapos sucios que hay que lavar en casa”, para Sebastián Pérez se trata del cumplimiento de un “compromiso de alternancia que fue nítido” y, por tanto, no requiere de “ninguna interpretación”.

Verdad y política

Es bastante probable que Pérez diga la verdad y que, en efecto, existiera entre él y Salvador ese 2+2 suscrito pero no escrito, pero su verdad tiene poco recorrido si su propio partido no mueve un dedo para que lo tenga. Y es obvio que Sevilla no está por la labor. Como tampoco lo está Génova. Pérez está solo y en política, cuando se está solo, no se puede ganar.

Salvador, por su parte, abandonó el PSOE en octubre de 2013 para pasarse a Ciudadanos, después de haber sido senador socialista durante dos legislaturas y no contar con opciones de ganar unas primarias para hacerse con la Secretaría General del partido en Granada.

Como todos los políticos que han practicado el transfuguismo sin demasiados reparos éticos ni estéticos, a Salvador no parecen causarle especial embarazo personal ni político las airadas protestas de Pérez: le sobran experiencia y cuajo para gestionarlas sin inmutarse. Es un caballero de fortuna y sabe que esta vez tiene buenas cartas.

El cartucho mojado

A su vez, los días de gloria de Pérez en el Partido Popular se diría que han pasado. Llegó a la Presidencia de la Diputación en 2011, pero la perdió en 2015; soñaba con sustituir a José Torres Hurtado cuando este dimitió de alcalde en abril de 2016 acusado de corrupción, pero el propio Torres lo impidió aun a costa de hacerle perder a su partido el gobierno de la ciudad.

El último cartucho de ‘el Sebas’ era la Alcaldía de Granada, y haber sido la primera fuerza de la derecha avalaba sus aspiraciones, pero Génova, con la connivencia de Sevilla, utilizó la capital de la Alhambra como moneda de cambio en sus pactos municipales y autonómicos con Ciudadanos.

En aquel trueque, la víctima fue Pérez. Podría decirse que aquel trueque lo 'mató'. Alguien tan vivo personalmente y tan autónomo políticamente como Salvador probablemente lograría resucitar sin despeinarse en un trance parecido; alguien tan dependiente personal y políticamente de un partido que le da la espalda, no.