El sistema sanitario andaluz vive su mayor crisis de confianza en años. Los errores detectados en el programa de cribado de cáncer de mama han encendido todas las alarmas y sitúan al Gobierno autonómico ante un dilema: corregir el fallo con reformas técnicas o asumir responsabilidades políticas. Lo que comenzó como un asunto aparentemente administrativo, con retrasos en la comunicación de mamografías, se ha convertido en un problema de gran magnitud que cuestiona la credibilidad de la Consejería de Salud y de la propia Junta de Andalucía.

La magnitud del fallo ha ido saliendo a la luz en los últimos días: unas 2.000 mujeres con resultados dudosos en sus pruebas no recibieron la notificación correspondiente, lo que les habría permitido realizarse pruebas complementarias a tiempo. El cribado de cáncer de mama es uno de los pilares de la prevención sanitaria en la comunidad, pues permite detectar tumores en fases tempranas y mejorar las probabilidades de supervivencia. Sin embargo, el error ha hecho que muchas mujeres afronten ahora un diagnóstico tardío, con tratamientos más agresivos y consecuencias irreversibles.

Las primeras reacciones no se han hecho esperar. Asociaciones de pacientes han exigido explicaciones inmediatas y garantías de que casos así no volverán a repetirse. La indignación se entiende: la confianza depositada en un sistema de salud pública se basa precisamente en la seguridad de que los protocolos están blindados contra negligencias de este calibre. Lo que para la administración puede ser “un fallo de comunicación”, para una paciente significa jugarse la vida.

En el plano político, la tormenta es aún más intensa. La consejera de Salud, Rocío Hernández, ha pedido disculpas públicamente y se ha comprometido a revisar el programa “con más tino”. Pero sus palabras no han sido suficientes para la oposición, que considera que no se trata solo de un error técnico, sino de un fallo de gestión política que debería tener consecuencias inmediatas. El PSOE-A ha reclamado su cese inmediato y la comparecencia de Juanma Moreno en el Parlamento para explicar qué ha sucedido. Por su parte, Adelante Andalucía ha calificado los hechos de “gravísimos” y ha exigido que la consejera “no siga ni un minuto más al frente de la sanidad pública”.

El presidente de la Junta ha intentado contener la crisis con un mensaje doble: por un lado, ha reconocido que “algo ha fallado” y ha anunciado la revisión de todas las mamografías de los últimos tres años. Por otro, ha defendido a su consejera, descartando su destitución y pidiendo que se centre en “trabajar con más eficacia”. Este respaldo ha sido interpretado como un intento de evitar un terremoto en su Ejecutivo, pero también como una forma de eludir responsabilidades políticas.

El debate público se ha instalado en un terreno incómodo: ¿hasta dónde llega la responsabilidad técnica de un error sanitario y dónde empieza la responsabilidad política? Para la oposición, la línea es clara: en un asunto que afecta a la salud y la vida de miles de mujeres, no basta con pedir perdón ni con anunciar revisiones. La permanencia de la consejera en su puesto, argumentan, envía un mensaje de impunidad. Para el Gobierno andaluz, en cambio, apartar a la consejera en plena crisis sanitaria sería reconocer un fracaso político de mayor calado y daría más fuerza a las críticas.

Más allá de los cálculos políticos, lo que está en juego es la confianza de la ciudadanía en el sistema sanitario público. Si los programas de cribado, diseñados precisamente para proteger vidas mediante la detección precoz, fallan por un defecto de gestión, la consecuencia es devastadora: no solo en términos de salud, sino también en credibilidad institucional.

Con este panorama, se abre una pregunta que divide a partidos, asociaciones y ciudadanía. ¿Debe el presidente de la Junta, Moreno Bonilla, cesar a su consejera de Salud tras el escándalo del cribado de cáncer de mama? ¿O debería mantenerse en el cargo para intentar subsanar los errores y garantizar que no se repitan?

Encuesta
ENCUESTA: ¿Debería Moreno Bonilla cesar a su consejera de Salud tras el escándalo del fallo en el cribado de cáncer de mama?
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (2i), junto a la consejera de Salud y Consumo, Rocío Hernández (2d), durante la visita la Unidad de Salud Mental del Hospital Virgen del Rocío. EP/Archivo.

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