Me preocupa cuando un partido pide el voto útil. Es como decir que los demás votos, los que van para otros, no son útiles para la democracia, para la sociedad. Está claro que no son útiles para él, para ese partido, pero el día en que haya más respeto por la soberanía popular la democracia se habrá consolidado en España.

Al Partido Popular lo vemos pidiendo eso que llaman en la derecha el voto útil. Lo vemos pidiendo a la gente que no se quede en casa, como si alguna vez los derechones se hubieran quedado en casa. Alfonso Guerra lo expresa así: “Ese día -el de las elecciones- hasta las monjas de clausura salen a votar”, y ya nos imaginamos a quién.

Me sorprende este interés galopante por las ideas socialistas (no del PSOE, sino socialistas) que muestra ahora el partido de los hijos y nietos de Franco. Me sorprende porque nunca antes se había visto a los señoritos tan interesados por las políticas sociales. Algún mérito habrá que reconocer al PSOE, porque las políticas que ha desarrollado desde hace 30 años hacia acá han logrado calar (al menos, en el discurso) en la derecha. Lo que sucede es que, como siempre pasa con estas cosas, que en el ámbito de la derechona entienden las cosas a su manera y piensan, por pone un ejemplo, que conceder subvenciones a equis entidades es hacer política social.

El populismo siempre ha jugado a favor de los fachis (permítanme este tono cariñoso) y el continuo descrédito al que se ha sometido a las instituciones públicas durante décadas, resaltando los lamparones (no para enmendar errores, sino para tirarse trastos a la cabeza y buscar los votos útiles para sí) han pervertido un sistema que había otorgado más poder para el pueblo del que nunca gozó ningún español en la historia de este país, y menos en Andalucía. El populismo y ese descrédito, amén de otros comportamientos de juzgado de guardia, pero que nunca serán juzgados (ya saben ustedes que no todos somos iguales ante la ley: he ahí los últimos acontecimientos en nuestras vanagloriada democracia), son el alimento perfecto para que todo esté girando a la derecha en el ámbito económico, en el social, en el político.

Todo lo que se ha construido en Andalucía, las libertades de que gozamos, los derechos que disfrutamos, los servicios públicos de que disponemos... son ajenos a la derecha. Nunca desde tal pensamiento se peleó, nunca se puso un grano de arena si quiera para construir esto que es hoy y que ayer lo llamaron el mañana. Si ahora, por culpa de comportamientos susceptibles de ser penados incluso con cárcel por quienes han mancillado siglas e ideologías de izquierdas nos vemos abocados a una sociedad que camina hacia el neofascismo y a la pérdida de derechos sociales, laborales o civiles... Si ahora, como digo, sucede esto, discúlpenme que deje del lado las buenas formas para llamar, al menos, sinvergüenzas a quienes atentaron contra los valores del pueblo (el resto de insultos los pronunciaré de viva voz).

Sin embargo, hoy me quiero acordar de esos buenos de la izquierda, de los que realmente creen en los valores que dan razón de ser a sus organizaciones políticas (y valga el guiño para las sindicales también). Con este pensamiento, afronto el 25M, dispuesto a que esa ola de soberbia que pintan de azul en el PP se pare en Despeñaperros.