Mariano Rajoy se mira con deleite en el espejo de los recortes de Portugal. Sostiene el presidente español (que no Pereira) que hará “algo parecido” que el gobierno de derechas en el país vecino. Pues habrá que agarrarse porque vienen curvas. Hace algo parecido a lo decidido por Passos Coelho consiste en subir el IVA, crear un impuesto equivalente al 50% de la paga de Navidad de los trabajadores, el dichoso copago (pagar por las atenciones sanitarias), reducir los días de vacaciones, el abaratamiento del despido (sólo 12 días por año trabajado), aumento de la jornada laboral en el sector privado y subidas brutales de la luz y el agua, entre otras agresiones al estado del bienestar y a las conquistas sociales. Rajoy nunca baja al terreno y se queda en las frases retóricas y ambiguas. Sigue amagando con reformas y no da el paso hasta que se celebren las elecciones andaluzas del 25 de marzo.

El primer golpe a los bolsillos de los españoles ha sido de traca, con el agravante de un incumplimiento clamoroso de sus promesas electorales, en especial con el incremento del IRPF. No se puede jugar con la gente más tiempo. ¡Que diga la verdad, que se moje, que asuma su liderazgo de una vez! No caben más engaños. El inquilino timorato de la Moncloa tiene que dar la cara ante el país. Posiblemente sea más lesivo para sus intereses partidistas el cálculo y el tacticismo electoralista a fin de no perder votos en Andalucía que la crudeza, la extremada crudeza, de las medidas que están por venir y que este pseudo-líder no se atreve a adoptar. En los recortes, España será como Portugal.