Nicolás de Miguel fue visto, tras su llegada a Torremolinos desde su País Vasco natal, como la gran esperanza naranja de un partido que, como el de Ciudadanos, tras obtener unos magníficos resultados en las elecciones municipales (cuatro ediles) y ser la segunda fuerza en los últimos comicios generales (6.514 votos frente a los 8.145 del PSOE vencedor y por encima de los 6.148 del PP perdedor) se desangraba a chorros por distintas hemorragias internas. Había un concejal expulsado y otros ni se hablaban entre ellos.

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Para ese cometido de pacificador, Albert Rivera envió a una persona de su confianza y de su entorno. Nicolás de Miguel fue el elegido. Reunía todas las características para esa labor de bombero político. Poseía una trayectoria relevante y sin tacha como antiguo militante comprometido con la causa democrática en Euskadi como militante de Izquierda Unida de joven y más tarde como coordinador de UPyD. Nacido en 1963, activista relevante del movimiento gay, buen orador, persona de trato exquisito, licenciado en Historia por la Universidad de Deusto, culto y experimentado tras haber hechos campaña con el propio Albert Rivera a las elecciones autonómicas vascas de las que fue el candidato a presidir la Lehendakaritza. Tras conocerle Rivera durante la campaña vasca quedó tan gratamente satisfecho que lo fichó para la cúpula del partido dentro de su Consejo General, el máximo órgano político que fija las grandes líneas de actuación política.

Con ese bagaje y esa pátina progresista los socialistas pensaban que podrían contar con su apoyo cara a la reelección del alcalde, José Ortiz, quien contó con el respaldo de Ciudadanos en la legislatura pasada -con dificultades en el tramo final del mandato por las divisiones internas de los naranjas-. Pero no fue así tras la apertura de negociaciones. Ciudadanos a nivel nacional impuso a sus dos ediles que en estas últimas elecciones locales obtuvieron, no votar a los socialistas e intentar hacer una copia local del trifachito autonómico andaluz con PP en la  alcaldía con Ciudadanos y Vox de acompañantes más el voto de una formación local.

En Torremolinos, todo es posible

Pero como la política en Torremolinos suele estar muy por encima de la lógica nacional, “a tres metros sobre el cielo” y “a uno del suelo”, los socialistas obtuvieron el respaldo en la sesión de investidura y de nuevo el socialista José Ortiz se hizo con el bastón de mando tras unas semanas de incertidumbres, rupturas en Vox y acuerdos con independientes, meses antes algo increíble pero es que en Torremolinos todo es posible. Para rematar la operación el PSOE y Adelante Torremolinos, la confluencia de Podemos e IU para las municipales, sellaron un pacto y ahora gobiernan en coalición. Un pacto externo y extensivo a otras dos concejales (una exedil Vox) y otra de una formación independiente del anterior alcalde del PP enfrentado con odios africanos e inquina cainita a la candidata local de los populares. Un pacto numéricamente débil y pendiente de la evolución de los acontecimientos políticos del día y que tiene en la frase “moción de censura” la Espada de Damocles cotidiana.

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La imposición a De Miguel de los dirigentes nacionales de Ciudadanos de apostar por un trifachito y la prohibición de apoyar a los socialistas dejó más que tocado a De Miguel. Las informaciones indicaban que al edil de Ciudadanos le hubiera gustado incorporarse a un “pacto de progreso” y poner su experiencia al servicio del municipio, especialmente en materia de políticas del colectivo gay, algo en lo que podría ser muy útil en una ciudad tan sensible a este fenómeno y tan emblemática para el colectivo.

Defraudado con el rumbo de Ciudadanos, pide la baja

La deriva derechista de Ciudadanos desde hace meses, el cordón sanitario de Rivera al PSOE más sus acuerdos con Vox en comunidades autónomas y ayuntamientos han hecho rebosar la paciencia de De Miguel hasta el punto de pedir la baja del partido y, con toda seguridad, pasarse al grupo de no adscritos del ayuntamiento. El ex activista vasco se va del partido con el que dio mítines junto a Albert Rivera con dolor, defraudado y hastiado de la evolución que ha tenido y que probablemente haga que pase, tras las elecciones generales, del estrellato a estrellarse.

¿El futuro de Nicolás de Miguel? No está escrito pero se aprecian renglones. Los socialistas y especialmente el alcalde Ortiz, lo aprecian, le tienen respeto y les gustaría contar con su trabajo como concejal con competencias. Desde Adelante Torremolinos tampoco lo verían mal. Y para la suma y aritmética de la estabilidad del equipo de Gobierno sería un regalo anticipado de Reyes. No está escrito pero sí atisbados renglones en los que se podría leer algo así como este mensaje al PP: “Adiós moción de censura, adiós”.