Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 constituyen en este momento la hoja de ruta más completa y concreta para el progreso de la humanidad, pero, por su dimensión planetaria y su carácter internacional, resulta muy difícil conseguir que una masa crítica de mujeres y hombres la difundan y la concreten en acciones tangibles. 

Como se ha repetido en la reciente cumbre del Clima en Glasgow, ha llegado el momento de actuar. Por eso hay que alegrarse de la existencia de la Red Internacional de Promotores ODS (RIPO) que reúne en España a una comunidad diversa y transdisciplinar, formada por 400 personas comprometidas y empoderadas como agentes de cambio y transformación social. En el mundo son más de 7.000 personas las que se han involucrado en este entramado colaborativo que trabaja desde lo local a lo global, convencidas de la potencia y efectividad de la responsabilidad individual y colectiva. 

Por comunidades autónomas, Andalucía (61 integrantes) es la tercera por número de voluntarios, por detrás de Madrid (121) y Cataluña (64). El ranking lo continúan con magnitudes de dos cifras la Comunidad Valenciana, Galicia, Canarias y Aragón; y con cifras de un solo dígito, Castilla y León, Castilla la Mancha, Euskadi, Extremadura, Asturias, Baleares, Navarra y Cantabria.

Andalucía, que está oficialmente en estado de sequía, es una de las zonas más vulnerables al calentamiento global de la península ibérica y, aunque tiene una ley específica sobre el cambio climático, no ha declarado todavía la emergencia climática en su territorio. El Gobierno de España la declaró en todo el Estado en enero de 2020, un mes después de la celebración en Madrid de la Cumbre del Clima de diciembre de 2019.

No es fácil conseguir que la ciudadanía interiorice en su vida cotidiana intangibles como el europeísmo, el pacifismo, el internacionalismo o el ecumenismo (en el ámbito de lo religioso). A España no ha llegado todavía el auge de los partidos verdes, como ha ocurrido en Alemania y en Francia, pero necesitamos que movimientos como el de RIPO-España se hagan capilares y penetren todos los estratos y organizaciones si queremos que la movilización ciudadana se imponga a la triste dinámica de la crispación política que sufrimos.