La multinacional petrolera francesa TOTAL ha anunciado el pasado 15 de enero de 2021 que deja de pertenecer al American Petroleum Institute (API), uno de los lobbies petroleros más poderosos que apoya la desregulación ambiental y se opone al Acuerdo de París sobre el Clima. La decisión de la empresa gala ha sido muy bien recibida por las organizaciones ambientalistas y los fondos de inversión éticos y responsables, que ven en la medida un ejemplo a seguir por las empresas europeas del sector, entre las que se cuenta la española Repsol.

La API es uno de los grupos de presión que han apoyado a Trump en sus políticas negacionistas del cambio climático y el anuncio de TOTAL se ha conocido a solo cinco días del cambio en la presidencia estadounidense. Una de las primeras medidas de Biden será el retorno al Acuerdo de París y la adopción de estímulos a las energías renovables abandonadas durante el mandato trumpista.

La multinacional española del petróleo está embarcada en un ambicioso plan de transición a las energías limpias y renovables, que se vería reforzado si decide seguir los pasos de su homóloga francesa. Sería también una manera de demostrar su compromiso con el Pacto Verde de la Unión Europea, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030.

La API, fundada en 1919, tiene un pasado teñido por el color del “oro negro” al que ha dedicado sus desvelos y presiones a presidentes y congresistas norteamericanos durante más de un siglo. 

Las empresas europeas Total, Shell y BP han abandonado ya al otro gran lobby de la industria petroquímica y del refino de Estados Unidos: el American Fuel & Petrochemical Manufacturers (AFPM). Por ahora no hay indicio alguno en España de presiones políticas o de ONGs medioambientales a las petroleras para que vayan más allá de la publicidad verde o el lavado de imagen de su dedicación a los combustibles fósiles, los principales causantes del calentamiento global.