El 13 de junio de 1999 se celebraron elecciones municipales y autonómicas, coincidentes con las europeas, con unos condicionantes nuevos: desde 1983 era la primera vez que se celebraban comicios para elegir a los y las concejales además de miembros de los Parlamentos autonómicos del régimen común sin una presidencia del Gobierno de España de Felipe González. El PP había obtenido el poder del gobierno central en 1996 en virtud de sus pactos con los nacionalistas y sus cesiones a la Convergència i Unió de Jordi Pujol. El PSOE vivía tiempos de cambio inéditos en la aún joven democracia española, el líder indiscutible e indiscutido del socialismo español hasta ese momento, Felipe González, con sus luces y sus sombras, había dejado abierto el debate sobre su sucesión y el PSOE afrontaba esas elecciones desde una bicefalia también desconocida hasta entonces: Joaquín Almunia había sido elegido secretario general, pero Josep Borrell había ganado las elecciones primarias para ser el candidato del Partido Socialista.

En este complejo momento político en el conjunto del estado, en Balears políticos de muy distinto signo fueron capaces de ponerse de acuerdo en un programa de gobierno que rompió con 13 años ininterrumpidos de gobiernos de la derecha, por primera vez desde la creación de la Comunitat Autònoma de les Illes Balears en 1983. Demostraron capacidad de diálogo, de entender que un gobierno podía ser plural en su composición y sin embargo coherente y eficiente en la ejecución del programa común acordado. Era una experiencia innovadora en la España de 1999, que llevó al “ínclito” Aznar a calificarlo de “vaya tropa”… que cabría decir ahora del pacto PP-Vox en Balears, en una crisis permanente, lo de “tropa” no puede describir el grado de inestabilidad que han llegado a imprimir al gobierno de les Illes Balears.

Antich junto a José Luis Rodríguez Zapatero.

En 1999 fueron claves las figuras de los principales dirigentes de los partidos progresistas que pactaron en ese momento: Francesc Antich, por el PSIB-PSOE; Pere Sampol, del nacionalista PSM-NM; Eberhard Grosske, de Esquerra Unida, y Margalida Rosselló, que sería la primera consellera de Los Verdes en nuestro país. De entre ellos la figura del que fue President, Francesc Antich, destaca como un político de talante dialogante, reconocido por sus compañeros, pero también por socios y adversarios, que se aunaba con un ejercicio de la responsabilidad que lo llevaba a pasar noches enteras en la sede del Govern en momentos de crisis que afectaban a la comunidad autónoma.

Trabajador y constante, mantuvo unido el PSIB-PSOE, y tras una legislatura de oposición volvería a presidir un nuevo pacto plural en 2007. El gobierno que presidió en 1999, sin embargo, destacaría por ser pionero en muchas cuestiones, por ser tan innovador que algunas de las medidas que propuso en ese momento aún se debaten como novedosas en otros territorios 25 años después: sirva de ejemplo la tasa turística, la “ecotasa” que se convirtió en el principal caballo de batalla del PP de Jaume Matas aliado con los poderes económicos, el poderoso lobby hotelero que, sin embargo, hoy en día la acepta con normalidad, ya plenamente consolidada en Balears.

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Entre las leyes y medidas innovadoras aprobadas por el Pacto de Progreso balear en la legislatura 1999-2003 podemos destacar la ley “cremallera”, la recuperación del transporte público a través del ferrocarril, la protección de entornos naturales amenazados por la voracidad implacable del negocio inmobiliario, la creación de Parques Naturales, que provocó una de las más virulentas reacciones de la derecha tradicional durante aquella legislatura, cuando un grupo de exaltados contrarios a la declaración del Parc de Llevant secuestraron durante horas al consistorio de Son Servera en su totalidad, hasta que las fuerzas del orden lograron que los regidores pudieran salir sin temer por su integridad física.

Cuando rememoramos aquellos cuatro intensos años nos damos cuenta de hasta que punto un grupo de jóvenes y valientes políticos pretendieron impulsar todas aquellas políticas que las fuerzas progresistas anhelaban aplicar desde la creación misma de la Comunitat Autònoma de les Illes Balears en 1983. Fue frustrante ver como la derecha recuperaba el poder por la mínima en 2003, a lomos de la mayoría absoluta de Aznar del año 2000; sin embargo, visto con la perspectiva de los años, nos damos cuenta que ése primer Pacto de Progreso abrió muchas puertas, abrió ventanas para que pasara un aire nuevo, rompió con la idea de que la derecha era invencible en Balears, y, sobretodo, sembró una semilla de progreso, de ansia de avanzar, de afrontar la dificultades, luchar contra la desigualdad, proteger el territorio pensando en las futuras generaciones, preservar una lengua y una cultura propias de Balears y amenazadas por una globalización que sólo entiende de dividendos y no de personas.
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Desde 1999 Balears dejó de ser el coto privado de la derecha, ha sido modelo de políticas innovadoras y sobretodo de una forma de hacer política basada en el diálogo y el entendimiento entre diferentes. Sin duda se lo debemos a mucha gente, pero quien encarna mejor ese talante a la vez humilde y ambicioso es la figura de Francesc Antich, el “president”, apreciado por propios y adversarios, como comprobamos hace un mes escaso en el acto de conmemoración del Pacte de Progrés de 1999, centenares de personas se reunieron para escuchar las voces de los líderes de entonces, que sonaron sorprendentemente actuales: saturación, preservación del medio ambiente, políticas de vivienda… tanto hecho y tanto por hacer. Sólo nos queda, a los más jóvenes, agradecer que nos dejaran su ejemplo y los hitos marcados para seguir el camino del progreso, que resumió perfectamente el president Antich en la “glosa” que escribió y leyó en aquel acto de conmemoración:

Amb el Pacte es posà un clau

per aguantar l’envestida

d’egoismes fora mida,

donà bon rumb a la nau.

Francesc Antich saludando a Rafael Nadal.
Análisis realizado por Cosme Bonet. Ex-senador, politólogo.