Pedro Sánchez se enfrenta este lunes a una de las encrucijadas más delicadas de su trayectoria política. Tras una semana de revelaciones que han sacudido los cimientos del PSOE, el presidente del Gobierno se reunirá con la Ejecutiva Federal para decidir qué rumbo tomar tras la caída de su hasta ahora mano derecha, Santos Cerdán. La presión es máxima: desde dentro de su propio partido, desde sus socios parlamentarios, desde la oposición y desde una ciudadanía cada vez más exigente con la limpieza institucional. El caso Cerdán ha abierto un boquete en la estrategia de resistencia del Gobierno, y ahora todas las miradas apuntan a qué hará Sánchez tras el lunes.

El escándalo estalló con la publicación de nuevos informes de la UCO que señalan a Santos Cerdán como conocedor, e incluso facilitador, de la trama vinculada a Koldo García, el exasesor de Ábalos investigado por el cobro de comisiones en contratos públicos durante la pandemia. La imputación de hechos de esa gravedad —y de forma tan directa— ha hecho saltar todas las alarmas en Ferraz, donde hasta ahora se confiaba en que el asunto no escalaría más allá de unas cuantas responsabilidades intermedias.

La reacción inicial de Pedro Sánchez fue contener el daño: ceses, distanciamiento público con Cerdán, auditorías internas y promesas de “tolerancia cero” con la corrupción. Pero lo que en otras circunstancias habría bastado como cortafuegos se ha mostrado insuficiente. Las presiones internas han crecido. Varias federaciones autonómicas del PSOE, especialmente las que no están bajo el control directo de Moncloa, han mostrado su incomodidad por lo que consideran una falta de reflejos ante la gravedad del caso.

En paralelo, Sánchez ha visto cómo los socios que le permitieron revalidar la presidencia del Gobierno tras las elecciones del 23J empiezan a marcar distancias. Desde Sumar a ERC, pasando por Bildu o el PNV, todas las fuerzas han reclamado transparencia y rendición de cuentas. Incluso algunos portavoces han exigido que el presidente comparezca en el Congreso para explicar qué sabía y qué no sobre las actividades de Cerdán, y si su papel en la organización del partido ha permitido que se consolidaran malas prácticas.

La derecha, por su parte, ha olido sangre. El Partido Popular y Vox han aprovechado la coyuntura para reclamar la convocatoria de elecciones anticipadas, denunciando que el PSOE no está en condiciones de seguir gobernando mientras arrastra casos que afectan a su núcleo más cercano. Isabel Díaz Ayuso, en particular, ha liderado una ofensiva mediática asegurando que “la regeneración no puede venir de quienes permiten la podredumbre”.

Pero la presión no sólo es política. También es mediática y social. Editoriales en prensa tradicional, columnas de opinión y mensajes virales en redes sociales coinciden en algo poco habitual: todos cuestionan la estrategia de silencio selectivo del presidente. Con este escenario sobre la mesa, las posibilidades que baraja el presidente —y que se debaten tanto en los pasillos del Congreso como en la calle— son múltiples y complejas. Desde una reconfiguración profunda del partido hasta una jugada de alto riesgo como someterse a una cuestión de confianza, pasando por el adelanto electoral o incluso su renuncia al cargo. ¿Qué decisión crees tú que debería tomar Pedro Sánchez tras esta reunión crucial con la Ejecutiva del PSOE?

Encuesta
ENCUESTA: ¿Qué decisión debería tomar Pedro Sánchez ante la crisis del caso Cerdán?
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en Ferraz. EP

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