La encendida polémica desatada días atrás en las redes sociales a cuenta de la dificultad para entender a los actores andaluces de la serie ‘La peste’ dice más sobre la consistencia y alcance de lo que se escribe las redes sociales que sobre la capacidad de los actores andaluces para hacerse entender. Dice más de lo que bulle en las profundidades del inconsciente colectivo sobre los andaluces que de la profesionalidad de unos actores de reconocido talento para interpretar con realismo a nobles y plebeyos de la Sevilla del XVII.

Lo que dicen que dicen que dicen

Lo que durante unos cuantos días atrajo la atención de los medios convencionales ha desaparecido casi sin dejar rastro. Las redes sociales ya están en otra cosa y los medios también, lo cual lleva a preguntarse una vez más si no será que muchas de las controversias en Twitter alcanzan relevancia no porque sea relevante lo que en ellas se dice, sino porque los medios convencionales se hacen eco de eso que dicen.

El proceso lo explica muy sucintamente el presidente de The New York Times, Mark Thompson: “Sucede algo noticioso y, en cuestión de segundos, el espacio digital se llena de reacciones y opiniones. Los medios antiguos se hacen eco de esas opiniones como si tuvieran un peso real [la cursiva es mía] y entonces el veredicto de los medios tradicionales a su vez es propagado por las redes sociales”.

Teoría de la Juani

En esta ocasión, el ruido de las redes contra el acento andaluz se ha visto favorecido porque personas de relevancia política o artística de la comunidad han salido en defensa de su manera de hablar y afeado a los críticos su nulo respeto, poca cabeza y escaso conocimiento de la realidad. Un ejemplo de lo último era este mensaje de una tuitera: ¡Qué horror de dicción! Al menos, que den la opción de los subtítulos!”. La pobre ni siquiera sabía que la serie ya ofrecía esa opción de los subtítulos que ella echaba tanto en falta.

Uno de los andaluces que reaccionaba con más enfado era el humorista Manu Sánchez: “A los iluminati que se quejan de que se hable sevillano en la Sevilla de ‪#LaPeste recordarles que a la Juani, Gazpacho, Tico y todas las veces que el centralismo nos humilló sí los entendían sin problemas. La revolución ha llegado. El Sur se está levantando. Andalucía está aquí”. Aunque tal vez en el tono épico final se le iba un poco la mano, Sánchez daba en la diana con su oportuno recordatorio.

Como lo hacía también la propia presidenta andaluza, Susana Díaz, que terciaba en la controversia con este tuit: “Estoy muy orgullosa de nuestro acento andaluz. El de Lorca, Machado, María Zambrano… O de Antonio Banderas o Estrella Morente. Si ‘La Peste’ está ambientada en Andalucía, lo lógico es que se hable con acento de aquí. Ya está bien de estereotipos, tópicos y prejuicios”.

No todas las habas son andaluzas

Algunas crónicas periodísticas que se hicieron eco de las quejas ponían un poco de cordura en el debate al recordar que en todas partes cuecen habas y que el problema no es tanto de acento ni de andaluces como de estética cinematográfica.

Así lo hacía constar Paula Cantó en un documentado artículo publicado en El Confidencial, donde recordaba que muchos seguidores británicos de la americana ‘The Wire’ tenían que recurrir a los subtítulos para entender a los actores norteamericanos y que lo mismo les sucedió a muchos italianos con la serie ‘Gomorra’. Puede que algunos bocazas no hubieran hablado como lo hicieron en sus cuentas de Twitter si hubieran conocido este esclarecedor dato aportado por Cantó.

Pues sí, a veces no se entiende

Por lo demás, es un hecho que en determinadas circunstancias resulta más difícil de entender alguien que hable o cante con acento andaluz que alguien que lo haga con acento castellano, aunque el motivo de esa incomprensión suele ser la falta de familiaridad o de costumbre: de hecho, andaluces que no son de Cádiz tienen dificultades para entender íntegramente las letras de las chirigotas del Carnaval que para un gaditano son pan comido.

Por lo demás, el debate sobre el acento y la dicción de los actores de ‘La peste’ no ha durado demasiado. Las polémicas tuiteras sin mucho fundamento no suelen hacerlo, sobre todo después de que alguien aporte información fiable y establezca comparaciones debidamente documentadas: entonces, quienes más vociferaron al principio tienden a guardar silencio.

Están en su derecho, ¿no?

En todo caso, quienes no entienden bien a los actores de ‘La peste’ o de la serie que sea tienen perfecto derecho a quejarse, como lo tiene cualquier espectador a criticar una mala interpretación o una ambientación poco inspirada.

¿Por qué, entonces, las críticas al acento andaluz han hecho tanto ruido aunque solo haya sido por unos días? Pues porque la historia de los agravios a Andalucía es larga y sostenida, porque muchos andaluces salen hoy en defensa de su acento y hasta hace pocos años rara vez lo hacían, porque todavía hay gente que mira con cierta suficiencia a Andalucía, porque la petulancia del norte suele ir acompañada de la suspicacia del sur...

Asuntos, en fin, todos ellos interesantes para un debate pero que tienen demasiada envergadura y encierran demasiados matices como para tener cabida en sitios como Twitter, donde suele imperar la aceleración, la frivolidad y el trazo grueso, cuando no el prejuicio, la ignorancia o directamente la injuria.