La anécdota quizá sea apócrifa, pero es bella y viene bien al caso. Einstein aseguraba que solo había dos cosas infinita, el universo y la estupidez humana., aunque de la primera no estaba seguro. Y eso que el viejo profesor alemán no había oído la solución que los gobernantes de Alaska están ideando para combatir las pérdidas causadas por el cambio climático.

Permafrost descongelado

Resulta que la capa de permafrost del estado americano se está descongelando a pasos agigantados. Cuando esto sucede, el suelo literalmente se desvanece debajo de importantes infraestructuras y viviendas. Y estás se vienen abajo. En total, los daños ascenderán a más de 5.500 millones de dólares antes de 2100 si el proceso continua a este ritmo. Pues bien, los lumbreras gobernantes de la península han tenido una idea genial: Comenzar a estudiar la posibilidad de abrir a la perforación petrolera la Reserva Ártica Nacional. Es decir, para sufragar los gatos derivados del cambios climático, plantean la extracción de petróleo de una de sus áreas más preciadas en cuanto a conservación de biodiversidad y vida salvaje.

Pagos inmediatos

Y con ello. Lógicamente, alimentar todavía más el proceso que está derritiendo el suelo de Alaska. Más petróleo, más emisiones de CO2, más efecto invernadero, menos permafrost, más infraestructuras afectadas, más pérdidas. Es una larga ecuación en la que en alguna de sus variables se han perdido las autoridades del estado. La cuestión es que Alaska necesita hacer frente rápido a unos gastos que se van incrementando. El cierre del Gobierno en verano recortó los ingresos por impuestos y no se pudo hacer frente a una serie de pagos urgentes. Ahora, la necesidad es apremiante. Pero por otro lado, y más importante, nadie puede obviar que el alza de las temperaturas está siendo especialmente grave en esa zona. Desde 1950 a 2014, las temperaturas en Alaska han subido desde los -4 grados centígrados hasta los 6 grados. Y extraer más petróleo solo va a empeorar la situación.