A estas alturas, la potencia de las redes sociales ya no forma parte de la discusión. Su capacidad para dar voz a los que hasta ahora eran sujetos pasivos de la actualidad, de las noticias y del discurrir de la Historia ha supuesto una revolución que solo comprenderemos con el paso de los años. Pero algunas cosas empiezan a percibirse ya.

Los ejércitos de 'trolls'

Una de ellas es la presencia y el papel de los trolls. Aquellos que utilizan estas redes y su efecto propagador y de cercanía para insultar, amenazar o mofarse muchas veces desde el anonimato. Y como síntoma de una sociedad que todavía debe avanzar, son las mujeres uno de sus principales objetivos. Es algo que se puso de manifiesto hace unas semanas durante IV Encuentro de Madres Blogueras, organizado por el Club de las Malas Madres y la revista ‘Yo Dona’. En ese reunión, presentaron su campaña #CambiemosLaConversación que busca en primer término, denunciar que a las mujeres se les insulta y veja mucho más en las redes sociales que a los hombres. Y en muchas ocasiones no precisamente por su capacidad intelectual o profesional si no por cuestiones como su aspecto físico, su cuerpo o su forma de vestir o peinarse.

Experiencia traumática

Pero hay un dato que resulta más preocupante. Según el estudio de misoginia en redes sociales realizado por la consultora Demos en el Reino Unido, el 50% de las personas que propagan estos insultos son mujeres, sobre todo aquellos que resultan más hirientes para otras mujeres como slut o whore, es decir “zorra” y “puta”. El informe habla de la “experiencia traumática que sufren las mujeres expuestas a esta humillación constante y pública”.

#CambiemosLaConversación

La iniciativa del Club de Malas Madres trata de atacar la raíz la situación: el problema cultural que esta en la base de este comportamiento y que prácticamente se acepta como normal. Es necesario cambiar la conversación y los términos en los que se expone. Hay que introducir en las mentes los efectos que produce este comportamiento en quien lo padece, pero también en quien lo ejerce. Y el papel de las mujeres, a ambos lados de la mesa, es esencial para lograrlo.