Están que trinan los del Partido Popular por las banderas republicanas. Parece que han entrado en trance y están poco menos que la niña del Exorcista por el auge que ha habido de banderas tricolores izadas en Ayuntamientos españoles con motivo de la celebración, el pasado día 14 de abril, del inicio en 1931 de la II República española. Claro, todo lo que suene a República en este país les pone morados a algunos, y hasta quizás les huela a azufre. Lagarto, lagarto.

Fueron apenas cinco años hasta el golpe de Estado de 1936 que inició la Guerra Civil, y dio paso a la terrible dictadura franquista . A la República no la dejaron ser. Pero fue, aunque muy breve, el período más brillante que ha existido en la dura y difícil historia de España. Aunque eso no es, precisamente, lo que nos cuentan en la escuela. A día de hoy los contenidos de los currículums educativos siguen ignorando o mediatizando y edulcorando el siglo XX español, y siguen sin enseñar a los niños y jóvenes españoles la realidad objetiva que se vivió en este país en la tercera década del pasado siglo. Una realidad que ha marcado, muy para mal, y me refiero a la negra dictadura nacionalcatólica de 40 años, la vida de los españoles a partir de entonces.

Con motivo de unas jornadas sobre Memoria Histórica el Ayuntamiento de Cádiz izó la bandera tricolor, aunque lejos del edificio municipal. El parlamento navarro había anunciado con antelación que colocaría por sólo unas horas la bandera republicana. Y han sido varios los municipios españoles, como Pinto, Puerto Real, Rivas o Sagunto, los que el día 14 han celebrado el inicio del período más democrático de nuestra historia; por más que la propaganda franquista estuvo cuarenta años vertiendo difamaciones, y por más que la realidad republicana ha estado y sigue estando vetada en el panorama político, educativo, cultural y social español. Aunque la verdad es que la II República española fue el  respiro que han tenido, de pleno y de facto, las libertades y los derechos humanos en este país.  Recordemos que el único respiro histórico para las mujeres en España se produjo en los años de la República, que consiguió su derecho a voto, su igualdad esencial con respecto a los hombres, y su integración en la vida política, social y cultural. Lagarto, lagarto, para los dogmáticos, los misóginos, los fascistas y los tiranos.

El PP ha calificado la decisión de Ganemos de izar por unas horas la bandera republicana en Pinto de “sectarismo”, dijo la sartén al cazo. El grupo popular en el Ayuntamiento de Córdoba ha exigido la retirada de una bandera republicana que colocó Izquierda Unida rememorando ese catorce de abril. En la Comunidad valenciana, dos senadores de Compromís han presentado varias preguntas en la cámara alta denunciando “las coacciones” del Gobierno para que no se mostraran, en el día del aniversario republicano, las banderas republicanas. Y es que, al parecer, el delegado del gobierno en la Comunitat valenciana afirma que colgar banderas republicanas “es sectario”, mientras que, sin embargo, el PP de Alicante se dedica a restaurar calles franquistas, ordenando, por vía judicial, la paralización de la retirada de los símbolos dictadura. Tachan, como siempre, de sectarios a los otros los que son más sectarios que nadie.

Muy curioso, es muy curioso. Vivimos en un país plagado de calles y plazas que homenajean a felones, fascistas y golpistas. Hasta sigue habiendo nombres de calles y hasta de pueblos que homenajean a un dictador asesino. Y la derecha, responsable de ello, pone el grito en el cielo si los republicanos españoles sacan su bandera, símbolo de la España libre, moderna y democrática; e inmediatamente sale a colación aquello de “reabrir viejas heridas”.

Es curioso, muy curioso, que Francia, uno de los países más democráticos del mundo, dedique calles, parques y plazas a los republicanos españoles víctimas del terror franquista, y en España sigan estando las cunetas llenas de represaliados por el fascismo que no pueden descansar, ni ellos ni sus familias, en paz. Curioso, indignante y enormemente significativo. Es más, vivimos en un país que sigue financiando con dinero público un monstruoso mausoleo del franquismo, el Valle de los caídos, símbolo de la dictadura católica. Que me cuenten si podemos sentir o decir que en España vivimos en democracia. Que nos lo cuenten. ¿Alguien se puede imaginar en Alemania una calle con el nombre de uno de los campos de concentración? ¿Alguien se imagina una avenida de Goebbels? Pues en España, más de cuarenta años después del final supuesto de la dictadura, en esas estamos.

Una de las grandes contradicciones que vivimos en la actualidad en España y en otras partes del mundo es la convivencia de los avances cibernéticos y tecnológicos del siglo XXI con instituciones medievales y tiranas, iglesia y monarquía. Instituciones que siguen perviviendo para desgracia de las libertades, del progreso, de la ética, de la razón, y, por supuesto, de nuestros bolsillos.

Decía con amargura el gran Albert Camus, cómplice de la República española y del bando republicano en la Guerra Civil, que “fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa”. Pero nadie puede quitar el derecho a nadie de  homenajear esa bandera; tan legítima, o mucho más, que cualquier otra bandera. ¡Salud!