El Gobierno de don Mariano Rajoy Brey ha impugnado el izado de la bandera republicana en la ciudad de Cádiz, concretamente. Los socialistas navarros, entre otras fuerzas políticas, exhiben también ahora la bandera tricolor.

Cierto es que la constitución de 1978  supuso, para los españoles de a pie, un giro extraordinario y positivo, después de cuarenta años de dictadura sangrienta. Fue la gran conquista de la transición.

Pero el tiempo ha ido pasando. Y acaso llega el momento de repasar cómo están los agujeros abiertos en el texto constitucional. Algunos de ellos, en lamentable estado. El Rey, Juan Carlos I, surgido de la voluntad absoluta del dictador, y con el respaldo de los partidos, llegó así a ser  Rey de España. Con Franco, y muerto éste, también.

El  23-F, ese maldito golpe de Estado, fue frenado por Juan Carlos I y aquel grupo de generales de la sensatez. La mayoría de  los ciudadanos aplaudieron entonces al Monarca. Era un tipo cercano a la gente, sagaz, más bien divertido, e incluso cachondo.

Pero su Majestad, y parte de su familia más próxima, se fueron metiendo en numerosos charcos. Mientras se veía, con evidente facilidad, que el Rey era un vividor, de acuerdo con la definición del Diccionario Ideológico de la Lengua Española, publicado por el exquisito Julio Casares, que falleció el primero de julio de 1964.

La situación de la Monarquía actualmente depende del nuevo Rey, Felipe VI. Pero si Juan Carlos I era en exceso vividor, su hijo carece del magnetismo personal que tenía su padre. Le falta gancho a la hora de dirigirse a la ciudadanía, aunque su esfuerzo para cumplir con toda la letra de la Constitución es evidente.

Miquel Roca, uno de los padres de la Carta Magna, ex líder de CDC, y abogado defensor de la infanta Cristina, aseguró recientemente en TV3, que la Monarquía, como todo, “tiene fecha de caducidad.” Ahora lo que falta saber es, “cuál es el relevo y cuál es el momento. Cuando, cambias la nevera”.

Los cimientos que PP y PSOE ofrecieron en todo momento a la Corona pueden ser cuestionados más pronto que tarde. Cuando, finalmente se aborde la reforma de la Carta Magna, no hay que descartar que una mayoría parlamentaria plantee revisar la continuidad de la Monarquía.

De acuerdo con Roca, en las complicidades de la Transición, el Rey formó parte. Pero no hay que confundir las complicidades con el papanatismo. “Todos tenemos raíces republicanas, que nos salen por todos lados”.