Quizás usted no lo sepa, pero hace dos semanas se celebró en un hotel de Alcalá de Henares el III Congreso Nacional de UPyD, ese partido cuya sede en Madrid se ha convertido en una charcutería. Allí se recluyeron, durante todo un fin de semana, varios cientos de compromisarios para elegir a su nuevo líder: Christiano Brown. Un dicharachero concejal de Las Rozas con nombre de cantante de Reggaeton que está como loco por echarse a la calle para “transmitir a la gente que UPyD ha vuelto”.

Quizás usted no lo sepa, pero una semana después, Ciudadanos ha celebrado también su Congreso General y casi necesitan ‘transmitir a la gente que Ciudadanos no se ha ido’. Pese a ser la cuarta fuerza política y tener 32 escaños en el Congreso, su máximo cónclave orgánico, celebrado en un teatro de Coslada, desapareció de las portadas de los periódicos, excepto una minúscula llamada en El Mundo y La Vanguardia. Una irrelevancia que resulta más llamativa en aquellos diarios que durante la campaña dieron la turra día sí, día también, presentando al partido de Albert Rivera como el salvador de la democracia.

Es tiempo de Congresos, que diría un publicista mediocre. El próximo fin de semana el PP celebrará el suyo, pero todas las miradas, en la misma fecha, están puestas en Vistalegre, donde Podemos trasladará al albero las peleas que han mantenido en Twitter en los últimos meses. Quizás, seguro, esto sí lo sepa.

Porque la misma prensa que sacaba a Albert Rivera en pantalla más que a la mosca de la televisión ahora se empeña con mucho ahínco en analizar cada gesto, cada tuit, cada discusión en el escaño cuando se trata de la izquierda. Todo para transmitir la sensación de que, en España, la única izquierda que se mantiene unida, como diría Ignatius Farray, es la afición del Rayo Vallecano.

Mientras asamos a Podemos porque estén tan divididos que no se sepa qué corriente ganará en Vistalegre, Rivera arrasa en Ciudadanos con el 90% de los votos y frente a dos rivales de chichinabo, uno de los cuáles sólo ha conseguido un poco de atención al emular a Donald Trump al prometer que hará “España grande otra vez”.

Mientras nos llevamos las manos a la cabeza porque Carolina Bescansa deje la Ejecutiva de Podemos, la disidencia de Carolina Punset en Ciudadanos es sólo una nota a pie de página.

Mientras nos reímos de que Podemos quiera “feminizar” la política, Ciudadanos no consiente que haya más de un 30% de mujeres entre sus dirigentes de primer nivel.

Mientras crucificamos a Podemos por anexionar a “los comunistas” de IU, los dirigentes del PP acuden al Congreso de Ciudadanos como invitados estrella.

Mientras Podemos debate sobre qué proyecto tomar, Ciudadanos vuelve a cambiar de muda y elimina la “socialdemocracia” y el “laicismo” de su ideario.

Han pasado de abrazar la extrema derecha de Libertas a ser el “centro izquierda” y ahora se presentan como “centro derecha”. Muchas alforjas para un viaje que, sin embargo, les mantiene estancados desde hace meses en el 12%.

No suben ni bajan. Ni un titular. Irrelevancia pura, porque hace meses que ya cumplieron su función de apuntalamiento. A un paso de alquilar la sede para montar una mercería.