El pueblo empieza a estar hasta el gorro. Fatigado porque sus dirigentes políticos democráticos son incapaces de ponerse de acuerdo en lo básico y en lo obvio. En este sentido, un país claramente en decadencia como el Reino Unido todavía es capaz de ofrecernos algún ejemplo a seguir.

Cameron ya no está; Farage tampoco y el atrabiliario Boris está pero muy debilitado y claramente en la desenfilada. Habido dimisiones en uno y otro lado y no ha pasado nada malo. En todo caso cosas buenas y esencialmente lógicas en puridad democrática.

El Rey comienza mañana su nueva ronda de conversaciones con los representantes de los grupos políticos que han tenido representación parlamentaria de cara a proponer un nuevo presidente del gobierno y de esa manera desencallar un difícil y peligroso bloqueo institucional y constitucional.

La economía, esto es, las cosas de comer empieza a resentirse claramente. Algo que no deberían olvidar unos y otros. Porque la inquietud del pueblo es algo ya perfectamente descriptible.

Arbitrar y moderar

Albert Rivera ha dicho estos días que el rey Felipe debería presionar al jefe socialdemócrata Pedro Sánchez para que permita la investidura de Mariano Rajoy mediante la abstención. Yo creo que el líder de “Ciudadanos” si conoce las atribuciones constitucionales del Monarca y como soy bien intencionado quiero creer que ha sido mal interpretado.

La Constitución habla claramente de que el rol de la Corona es “arbitrar” y “moderar”. Que yo sepa no habla de “presionar”. Sánchez se debe en primer lugar a sus votantes de izquierdas, con toda la moderación que se quiera. Luego a sus militantes y en tercer lugar a sus “barones”. Ya ha escrito en otras ocasiones que es el líder político cuya situación es más difícil y complicada.

Pero por la misma Pedro podría decirle a Albert que mueva ficha votando a favor del candidato popular. Y todavía no lo ha hecho.

Tampoco Mariano Rajoy lo tiene fácil. Si no consigue en esta ocasión la investidura el PP tendría que pensar en otras claves.

Quizá al final de la semana que comienza tengamos o podamos vislumbrar alguna solución. O quizá no.

El Rey, siempre tan prudente, nunca pudo intuir que tendría que enfrentarse a una coyuntura infernal para la que en el momento de tabular estas líneas no se va salida alguna.