¿Qué pensará de que vuelva a iniciarse el proceso electoral? No es muy difícil imaginárselo mirando por la ventana en su amplia oficina con cierto fastidio y alegre de estar distante de tanto lío. Él ya se comió su marrón, podría estar pensando, y ahora disfruta de su paga: la vida en el paraíso.

Un palacete para los príncipes de la LOMCE

París, un sueldo de casi 10.000 euros mensuales, y un puesto de mucho vestir y poco estrés: embajador ante la OCDE. Si faltara poco, como guinda, junto a su amor, espléndidamente colocada también, como directora adjunta de Educación en la misma empresa, la OCDE, viviendo en un palacete que les pagan los españoles como residencia oficial, por la que el Estado gasta 11.000 euros mensuales, chófer y servicio aparte.

Quizás hasta le dé un escalofrío pensando en que puede perder eso, porque ya se debe haber más que acostumbrado. Y es que acaban de cumplirse 300 días desde que Mariano Rajoy diseñó esa vida para José Ignacio Wert junto a su Montserrat Gomendio. Era el pago por haberle hecho la LOMCE. Y por haber sido el ministro peor valorado por los españoles CIS tras CIS. Al fin y al cabo, todo lo que le zurraban a Wert, se lo evitaba él.

Y si gana Rajoy podría seguir así cientos de días más

Resulta más difícil imaginarse a Wert preocupado por la insistencia de todos, absolutamente todos, los grupos de la oposición comprometiéndose a derogar como medida primera (o segunda, que para eso está también la Reforma Laboral esperando) su ley, la que a él, quizás sea comprensible, tanto le molestaba que se denominara precisamente Ley Wert.

Igual cuando se duerma a partir de estas noches, abrigado en el lujo y la cercanía de su Gomendio, en el número 22 de la parisina Avenue Marceau, sueñe José Ignacio Wert con un mundo feliz, en el que su benefactor vuelve a ganar y se sucedan muchos cientos de días más de cómoda vida en el Paraíso.

¿Esperemos que no sea así, no?