El primer ministro griego, Alexis Tsipras este domingo a su llegada a la reunión de Jefes de Estado de la eurozona. EFE



La historia de las negociaciones entre Grecia y la eurozona se convertirá con el tiempo en un manual sobre negociación política, un manual demoledor para el Gobierno griego de Syriza que antepuso el orgullo nacionalista a la realidad. Y la realidad es que Grecia es un estado quebrado, que no tiene dinero para pagar nada -ni a sus pensionistas ni a sus funcionarios- cuyo Gobierno creyó que amenazando a la eurozona con romper la unidad del euro conseguiría lo que quisiera. Al final, después de no reconocer a la Troika y obligar a cambiar su nombre, después de romper las negociaciones levantándose de la mesa, fueron los otros 17 países del euro los que demostraron lo obvio, que no era una amenaza la salida de Grecia del euro, sino más bien una solución. Fue en ese momento, cuando Tsipras se vio fuera, cuando tragó con un acuerdo que convierte el famoso referéndum griego en una gran estafa política a los ciudadanos de su país.

Política y no economía
Dos semanas después de vencer en las elecciones, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, diseñó una estrategia para situar las negociaciones sobre la prórroga del segundo rescate en un nivel "político". Era lo que le interesaba, decían los periodistas griegos, y cuando la negociación pasó a ser solo política todos los corresponsales europeos desplazados en Bruselas informaban de una primera victoria de Tsipras. 'Ha conseguido su objetivo' se leía en las crónicas. La negociación política consistía en que las 'Instituciones' (anterior Troika) reconocieran que cinco años de austericidio no habían provocado más que sufrimiento y dolor a los griegos y que para que Grecia creciera hacían falta otras políticas. Inicialmente el resto de socios, fundamentalmente Alemania, se mostraron dispuestos a negociar y eso a pesar de los insultos públicos. Porque fue un insulto, y cualquiera que haya trabajado en Bruselas lo sabe, recordar en Berlín delante del ministro de Finanzas Schaüble, en una rueda de prensa conjunta, el pasado nazi de Alemania, afrenta que se agravó cuando dos días después desde Atenas se exigió que Alemania les indemnizara por la ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un insulto calificar públicamente al FMI como "criminales" y "terroristas" y, sobre todo, fue un inmenso error insultar gravemente a aquellos a los que tienes que pedir dinero para sobrevivir.

El farol de Rusia o China
El Gobierno de Tsipras creyó que podría 'amenazar' o 'atemorizar' al resto de países de la eurozona, especialmente a Alemania. Por eso en los momentos más críticos Tsipras hablaba con Putin, o se desplazó a Moscú para verse con el mandatario ruso. Hay un problema, Rusia está en recesión y su economía no es precisamente boyante. Las aspiraciones imperialistas de Putin (Ucrania o Crimea) no se han respondido con tanques, sino con una bajada brutal del precio del petróleo que ha dejado a la economía rusa comatosa. Así que Rusia no tenía dinero para salvar a Grecia. En cuanto a China, este país ya es dueño del estratégico puerto de El Pireo y Tsipras nada más ganar anunció que anularía esa privatización, por tanto la pregunta es ¿cómo te va a ayudar un país al que has amenazado con quitarle un puerto por el que ya ha pagado dinero?

Lo coherente es salirse del euro
Si el Gobierno de Syriza quiere ser coherente con lo que prometió en campaña electoral y con lo que los griegos votaron en referéndum, no debería aceptar el acuerdo que le ofrece la Eurozona, debería salirse del euro-o temporalmente como propone Alemania o definitivamente como quiere Finlandia- y adoptar una moneda propia. Lo que ocurre es que una salida del euro hundiría a Grecia en una pobreza aún mayor al menos durante cinco años y se llevaría por delante a Syriza, que perdería las próximas elecciones generales. Y ningún partido político quiere suicidarse.