Javier Limón, el marido de Teresa Romero, cree que les “han tratado como escoria” y confirma que va a demandar en las próximas horas al consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, por atentar contra el honor de su mujer. Sobre la ministra Ana Mato, cree que “está jugando con la vida de muchas personas” y que “si le viene grande el puesto y no sabe gestionarlo, debe dimitir”.

"Se han reído de nosotros... nos han tratado como escoria"
“Un verdadero desastre, de Pepe Gotera y Otilio, y encima de todo el desastre que han armado, que nos han destrozado la vida, que han asesinado a nuestro perro, que a mi mujer casi la matan... Encima de todo sale el tipo este diciendo que mi mujer, que se ofreció voluntaria, es una mentirosa, que ha mentido sobre la fiebre, que no hace falta hacer un máster para quitarse el traje... Se han reído de nosotros en nuestra cara, nos han tratado como escoria, y esto no va a quedar así”, explica Javier Limón en una entrevista realizada en el Hospital Carlos III, donde permanece aún hospitalizado, y publicada este domingo en El Mundo.

Momentos de pánico en el Carlos III
El marido de Teresa da detalles del día a día del hospital, que ponen los pelos de punta, no por la profesionalidad indiscutible de los sanitarios, sino por la poca preparación que han recibido.

Javier Limón ha visto a enfermeras quitándose las perneras del peligroso traje de aislamiento "saltando a la pata coja"; a una chica, quitándose el traje, que se le pegó en un guante un trozo de cinta y empezó a gritar: "¡que se me ha pegado, que se me ha pegado!", y claro, alarma total, tuvieron que entrar otras a quitárselo, con otro guante”; a otra enfermera quitándose el traje dentro y otras gritándole desde fuera, mirándola por la mirilla: ‘¡tira de ahí! ¡No, de ahí no! ¡Cuidado! ¡Eso, así sí! ¡No, no toques eso!".

La doctora que le atendió no sabía cómo quitarse el traje
El marido de Teresa narra cómo una de las doctoras que le trató el primer día, al salir, les gritó a los de fuera: ‘¡bueno, y esto cómo se quita, que no tengo ni idea!’. … ‘Pues tira de aquí, tira de allá’, le indicaban sus compañeros.

Un cubo de palomitas como papelera
También ha visto un cubo de palomitas usado como papelera en su habitación de aislamiento, y menos mal que estamos hablando de un “hospital de referencia”.

El colchón infectado que a Teresa le costó doblar
Una mujer de la limpieza se le acercó un día a Javier y le dijo que a Teresa le había costado mucho doblar ella sola el colchón tras morir el misionero. “Dice que pensó: ‘madre mía esta mujer con el colchón". Evidentemente, el colchón del fallecido es lo que más carga viral tiene porque puede contener sangre, fluidos y sudor del contagiado.

Teresa Romero, en una imagen de su perfil de Facebook



Niega que Teresa ocultara los síntomas
Javier Limón ha explicado algunos detalles de los días en los que Teresa se empezó a sentir mal, así, por ejemplo, ha negado, como algunos han dicho con mala intención, que ocultó los síntomas de la enfermedad para presentarse a una oposición. “El examen fue un sábado y ella empezó [a tener los síntomas] el lunes. Pensábamos que era gripe, claro. Si imaginamos lo del ébola, nos vamos directos al Carlos III”.

¿Por qué no dormían en la misma habitación?
No dormían juntos desde el día 23 de septiembre porque él tuvo un accidente laboral que le provocó “un pinchazo en la espalda y empeoró porque no me dieron la baja. No aguantaba hora y media tumbado”. Javier Limón aún tiene las muletas junto a él en el Carlos III. “Le dije a Teresa: ‘cariño, voy a dormir a otra habitación, porque así no dormimos ni tú ni yo’. Ya cuando empezó con fiebre optaron por seguir durmiendo en habitaciones separadas.

Tardaron en enviarle una ambulancia
Limón cree recordar que su mujer le dijo que había avisado a su centro de salud que había tratado a los enfermos con ébola.
Ya el domingo de aquella semana como Teresa se encontraba muy mal, no podía ni comer, llamó a una ambulancia. “Les dije que era un posible caso de ébola. Pasó media hora y no venía nadie, así que llamé otra vez. Me dijeron: ‘que se ponga ella". Y cogió mi teléfono. Cuando colgó, como yo estaba muy mosqueado, lavé el móvil, eché alcohol al auricular y me lavé las manos con jabón”, explica Javier.

Le recetaron paracetamol, que esconde los síntomas del virus
Vinieron unos médicos, por la forma en que responde Javier, no demasiado rápido. “Le levantaron los brazos y era el sarpullido del ébola. Nos hicieron un informe, que debería estar en la cocina de casa si nadie se lo ha llevado. Nos recetaron paracetamol y nos dejaron pastillas. Paracetamol, a pesar de que este medicamento esconde los síntomas del ébola.

“A los 15 minutos se presentó una ambulancia. Le dije al hombre: ‘es mi mujer, sospechamos que puede tener ébola’, pero a ese trabajador nadie la había advertido.

En el Hospital de Alcorcón le dijeron que se marchara a casa
En el Hospital de Alcorcón, donde llevaron a Teresa y la mantuvieron desde la mañana hasta la medianoche, sin los medios adecuados para tratar la enfermedad, a Javier Limón le dijeron cuando llegó con su mujer que se fuera a casa. Él sorprendido les respondió: “Oiga, que mi mujer tiene ébola, yo no puedo irme a casa, pónganme en observación, que nosotros vivimos juntos y quieras que no... Me dijeron que bueno, que me ingresaban 24 o 48 horas, pero en el Carlos III. Luego ya se dieron cuenta de lo evidente.”