Dejaré claro previamente que prefiero mil veces la sanidad española antes que la de los EEUU,  una predilección desapasionada que expongo con el conocimiento que me confiere mi condición de médico y la circunstancia de  conocer bien ambos modelos sanitarios. Pero no es de sanidad ni tampoco de ponderar la cualificación de los profesionales sanitarios  de ambos países de lo que trata este artículo, sino de la actitud, calidad humana, competencia y profesionalidad de los políticos norteamericanos en comparación con la de muchos de los españoles en lo que al modo de abordar el problema del ébola ha quedado de manifiesto, así como su respeto y consideración por los trabajadores sanitarios a quienes en EEUU se les ha tratado, al menos en este caso, como héroes mientras en España se le ha llamado mentirosa e inepta a una auxiliar de enfermería infectada sin que nadie haya asumido responsabilidades por ello, haya tenido la dignidad de dimitir o se le haya cesado sin más contemplaciones.

En el titular hago referencia a las diferencias en la actitud ante el ébola por parte de la administración Obama en comparación a la del gobierno de Rajoy, pero citaré sólo dos diferencias aunque hay muchas más que en su momento revisaré.

Apenas concluida la lectura en la web de la NBC News de una información sobre un profesional sanitario contagiado de ébola en Dallas (Texas, EEUU) tras haber atendido a Eric Duncan, primer fallecido en Norteamérica por el mortífero virus, me llamó la atención que las autoridades sanitarias estadounidenses mostraran un respeto exquisito por el sanitario a quien describieron como un héroe y cuyo anonimato preservaron en cumplimiento del deseo de la familia. Recordemos que el enfermero americano es el segundo caso mundial de ébola contraído fuera de África y que el primero fue el de la auxiliar de enfermería española Teresa Romero.

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