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“Este es contestador automático de Luis, Rosa, Luisito y Rosita… ahora mismo no podemos atenderte porque estamos haciendo cosas más útiles. Si quieres puedes dejarnos un mensaje y cuando podamos o nos dé la gana, te llamaremos… hasta luego…”

“Hola Luis, soy el señor Ruipérez. Pásate cuanto antes por la oficina. Tenemos que hablar contigo… Adiós”.

Evidentemente, el contestador automático es otro de esos inventos derivados, a su vez, de avances anteriores, en este caso del casete ¿Quién no recuerda aquellos ‘pequeños’ aparatos que se componían de un especie de doble pletina que se situaban al lado del teléfono fijo de casa?

Los dos casetes cumplían su función. Uno era el que contenía el mensaje saliente, es decir, el que escuchaban quienes llamaban a casa. El otro, grababa el entrante.

Hoy en día el contestador automático es casi una reliquia puesto que las nuevas tecnologías y las grandes operadoras integran el sistema de almacenamiento de los mensajes en una especie de ‘nube’ virtual a la que le faltan las cintas de casete y no se encuentra ubicado físicamente en casa del usuario del teléfono.

El invento se atribuye a Valdemar Poulsen, quien en 1898 ingenió el primer sistema que servía para grabar conversaciones. Evidentemente distaba mucho de lo que después se conoció como contestador automático. En la década de 30 del siglo pasado apareció el primer artilugio que mereció tal calificación, si bien no hay unanimidad acerca de su inventor. Algunos atribuyen la creación a William Müller a mediados de esa década, mientras que otros le otorgan ese honor a William Schergens en 1931. Haya sido uno u otro, lo cierto es que la invención supuso todo un adelanto tecnológico para la época.

Fotograma de la película de Almodóvar. www.criticodecine.es



Protagonista en películas
El contestador automático, a medida que el teléfono fijo se iba haciendo con el mercado, fue adquiriendo mayor relevancia, hasta el punto de que durante muchos años el invento ha aparecido en multitud de películas. Quién no recuerda al detective de turno o a la chica protagonista llegando a casa y, tras dejar las llaves en la entrada y mientras se cambia de ropa o se sienta en el sofá con un vaso de bourbon, escucha los mensajes… alguno de ellos clave para el desarrollo del film.

En España, recordando escenas de cine con este aparato como protagonista, hay que mencionar a Pepa (Carmen Maura) en el momento en que lo tira por la ventana en Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar; y al otro lado del charco, a la memoria viene esa especie de voz digital de Tarantino en el contestador automático de Jackie, en el film Jackie Brown.

Volviendo a sus orígenes, y aunque luego se popularizó su uso, lo cierto es que los primeros años comerciales del contestador automático no fueron del todo exitosos, sobre todo debido a que en los 40, por ejemplo en EEUU, tenía un precio demasiado elevado para el consumidor.

Recién casados
Sin duda, estos aparatos también cumplieron con cierta función social en el caso de los recién casados. Una de las primeras cosas que hacía una pareja que disponía de contestador (en muchas ocasiones formaba parte de la lista de bodas) era cambiar el mensaje que escuchaban los que llamaban, con referencias al nuevo estado civil de sus propietarios. Era una primera declaración de amor pública… luego ya…

Hay que decir que tras los primeros grabadores que se crearon en los años 30, el salto tecnológico definitivo lo dio el japonés Kazuo Hashimoto, a quien se atribuyen los contestadores automáticos que luego se distribuyeron por todo el mundo.

Desde entonces y hasta ahora las cosas, en esto de la tecnología, han cambiado mucho y los sistemas actuales, sobre todo si llamas a una empresa o a un organismo, en lugar del mensaje te ponen la musiquita de marras con la que tratan de ganar tiempo (y en muchos casos dinero).

Fenómeno viral
A lo largo de los últimos años, el contestador automático ha formado parte de la vida de mucha gente. Sin ir más lejos, en 2011 apareció el corto argentino “Ni una palabra de amor”, en el que la actriz protagonista muestra a través de diferentes mensajes dejados en un contestador la angustia por contactar con su amor… sin recibir respuesta.

Lo curioso es que la historia de este corto se basa en una cinta hallada en un aparato comprado por Santiago Barrios, en un mercadillo argentino (Mercado de Pulgas). De hecho, el audio que aparece en la película es el original. Se trata de la voz de una mujer, María Teresa, que durante 8 minutos describe su desesperación por la falta de interés (o de amor) del que luego se convertiría en su marido (Enrique).

El corto logró numerosos premios cinematográficos y se convirtió en todo un fenómeno viral con cerca de 300.000 descargas en muy poco tiempo. Es quizás el mayor homenaje que se puede hacer a un artilugio, el contestador automático, que forma parte ya de la historia.

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