El linguista Igor. R. Iglesias entrevistado por ELPLURAL.COM con motivo de la publicación de su libro



El lingüista onubense Ígor Rodríguez Iglesias (Grupo de Investigación HUM438 de la Universidad de Huelva) acaba de publicar un libro sobre el cambio y la variación en nueve lenguas romances peninsulares, algunas de ellas ya no habladas, como el mozárabe o aljamía de Andalucía. La obra, publicada en Múnich (Alemania), tiene por título Variación diacrónica: bimatizaciones vocálicas en los romances de la Península Ibérica (ISBN 978-3-656-59177-1), fruto de un trabajo de investigación dirigido por el lingüista Francisco Abad Nebot.

-Para situar a todos los lectores, ¿a qué haces referencia el título?

El título es de lo más normal entre especialistas en la materia. Es un libro técnico, no de divulgación, por eso tiene ese título tan “raro”. En el mismo se trata el cambio y variación, es decir, la historia lingüística, de nueve lenguas peninsulares a partir del latín, algunas de ellas habladas hoy y otras desaparecidas. La diptogación o bimatización es la excusa para ver cómo cambian todas esas lenguas desde el Bajo Imperio Romano a la Baja Edad Media.

-En el libro Andalucía también tiene su espacio

Sí, y es muy interesante esto para nosotros como andaluces, dejando ahora de lado mi posición de lingüista. Normalmente, la historia de las lenguas en España es vista, como tantas otras cuestiones, desde la perspectiva centro-norteña peninsular. Se le concede en mi libro un espacio muy amplio a la lengua romance hablada en Andalucía, llamada mozárabe o aljamía. El nombre es lo de menos. Lo importante es que en la historia lingüística peninsular que presento no se trata el tema desde aquella perspectiva conquistadora. La objetividad es lo que ha movido el libro, no sólo para con los territorios, sino en lo relativo a las lenguas mismas.

-A menudo se piensa que Andalucía hablaba árabe y que el romance llega con los castellanos

Es erróneo. El árabe era la lengua de los señores árabes. La lengua del pueblo era el romance. No había un territorio peninsular más latinizado que el de la actual Andalucía. El latín (no el de los libros, que es una variedad artificial basada en una variedad real de un territorio prestigiado, por tanto dirigido socialmente por interés político, como todas las estandarizaciones) fue la lengua de esta tierra durante siglos. Se siguió hablando. Los árabes no acabaron con ella. Fueron los castellanos, aunque como se ha demostrado por parte de especialistas en los mozárabes en español tenemos algunos rasgos de aquellas lenguas, especialmente en el léxico y lo morfológico. Hay que precisar que en el libro se tratan cuatro mozárabes localizados en cuatro zonas: Andalucía, Toledo, Zaragoza y Valencia.

-¿Por qué el libro está publicado en Alemania?

A pesar de que Alemania esté muy presente en nuestras vidas, para mal por la política voraz del gobierno de aquel país, conviene no olvidar que ese país tiene una tradición editorial sinigual. Y, en lo referente a los estudios de lingüística y, en concreto, los de romanística, Alemania es una referencia. No obstante, la lingüística como ciencia nació en aquel país y, precisamente, vinculada a este tipo de estudios en los que se enmarca el libro. De todas formas, la producción editorial alemana en español (así como en otras lenguas europeas) es muy abundante. Y en relación a la distribución entre las librerías especializadas o no de todo el mundo y las bibliotecas universitarias, el trabajo de la editorial (no sólo de ésta) es impecable.

-A eso vamos, porque el libro se vende en Londres, Nueva York, Berlín, Viena...

Sí, en varias decenas de países y en las principales librerías, como Waterstone's, Blackwell's y Foley's del Reino Unido, o Harvad Book Store, Barnes and Nobles, Books and Million o Powell's Book en EEUU, o la cadena Índigo Books de Canadá, o en la Dussmann das KulturKaufhaus de Berlín. No hay espacio para nombrar aquí todas las librerías, más de 6.000 con las que trabaja la editorial directamente y 5.000 librerías locales con las que trabaja sólo uno de las decenas de distribuidores en Estados Unidos. Nombro las más llamativas, que ciertamente maravillan, sobre todo porque yo soy un sencillo onubense criado entre las marismas y las mareas de mi Huelva —sonríe y guiña el ojo—; y sí, mi libro se vende en la Quinta Avenida de Nueva York, con todo lo grande que eso suena. Pero si a alguien que lea estas páginas le da por adquirir mi libro, que piense primero en el librero local de su pueblo o ciudad. No se trata de chovinismo, sino de hacer sostenible su subsistencia y entender que todos dependemos de todos.

-Estás en Nueva York y medio mundo ¿También en las Universidades?

Sí, la Universidad de Gante (Bélgica) lo tiene en préstamo bibliotecario para sus alumnos de lingüística y romanística. La New York University lo vende en su librería. Y la Duke University. Y también las universidades de Bremen, Dortmun, Oldenburg, Kassel, entre otras, en Alemania. En Australia también hay una universidad que lo tiene a la venta. En el Reino Unido, la Universidad de Stirling. No sé, son varias, no me acuerdo de todas —se ríe.

-¿Y hay otros proyectos en marcha?

El siguiente libro de lingüística versará también sobre la lingüística histórica, pero esta vez será un documento historiográfico sobre esta disciplina en España, enmarcada además en su contexto europeo. Lo va a prologar Francisco Marcos-Marín, de la University of Texas, que, además, fue profesor mío. De hecho, el texto en su mayor parte surge de un trabajo de investigación que él me dirigió. El resto, un capítulo sobre Ángel Amor Ruibal, de un trabajo tutorizado por Antonio Domínguez Rey, de la UNED-Madrid. Y otro libro más también verá la luz pronto, pero no es de lingüística, sino de tematología, de literatura comparada, a la que no me dedico actualmente, pero por ahí, en un cajón en la casa de mi hermana, andaba guardado el texto sobre el que también hay interés en su publicación. El nombre de este último, a diferencia de aquellos dos de lingüística, sí es atractivo: 'El “cunnus” en la literatura'.

-A pesar de que tus libros hasta ahora están en la línea de la lingüística histórica, tu interés como investigador está en cómo se habla ahora, ¿no?

Exacto. Mi tesis trata sobre los prejuicios lingüísticos, especialmente en el andaluz. A mediados de julio lo expondré en Madrid. Antes, en mayo, voy a exponer en la Universidad de Sevilla, en un simposio, una de las ideas principales sobre las que estoy trabajando: cómo los prejuicios lingüísticos pueden condicionar el desarrollo socioeconómico de un territorio. Por eso, insto a cualquier andaluz (en realidad a cualquier persona de cualquier sitio) que cuando escuche decir: “Los andaluces no sabéis hablar” o “Yo hablo español y mal porque hablo andaluz”, tenga este convencimiento: son ideas absurdas, falsas, sin fundamento científico alguno y creadas muy a posta para contribuir a un desequilibrio de carácter social, político, económico. Piénsese esto: ¿qué empresa invierte en un territorio de cuyos hablantes se dice (e incluso ellos lo piensan de sí mismos) que, a pesar de darles instrucción, no aprenden a hablar bien ni a la de tres? Todo esto es relativamente novedoso, pero estoy trabajando con mucho ahínco, con mucha entrega personal, para desmontar una a una aquellas prejudicaciones y demostrar una a una estas afirmaciones que hago con la ciencia del lenguaje en la mano.

* Ígor Rodríguez Iglesias es investigador del Grupo de Investigación 'Lingüística Andaluza' HUM438 de la Universidad de Huelva; doctorando, Máster en Ciencia del Lenguaje y Lingüística Hispánica (UNED-Madrid); licenciado en Lingüística (Universidad de Cádiz) y licenciado en Humanidades (Universidad de Huelva). Es autor y coautor de varios libros: 'Variación diacrónica: bimatizaciones...' (Grin Verlag), 'Estudios de lingüística: investigaciones, propuestas y aplicaciones' (Universitat de València), 'Informe de evaluación institucional de la licenciatura de Humanidades' (Universidad de Huelva), '@teoremalirico.com' (Niebla Editorial). Escribe artículos de opinión política en El Plural y Diario Progresista.