Juan José Millás en una Feria del Libro de Madrid (Wikipedia)



Entre la casi unanimidad de las alabanzas a la figura de Adolfo Suárez, el escritor Juan José Millás llama a mirar el “retrato colectivo”, empezando desde la “sorprendente necrológica que le hicimos en vida, desde el viernes, cuando nos comunicaron que había comenzado a agonizar, hasta el domingo, cuando falleció” y las “paladas y paladas de adjetivos hipócritas” dedicados al expresidente.

Un retrato al que da pánico asomarse
“No sé si estos días han servido para aprender quién fue Adolfo Suárez, pero han resultado imprescindibles para averiguar quiénes somos nosotros. Al ensalzar al difunto, nos ha salido un retrato colectivo al que da pánico asomarse”, escribe Millás en la contraportada de El País. Un artículo que titula “Ha muerto un Papa”.

La muerte de un papa
“Cuando ya creíamos que era imposible soltar más ditirambos, más apologías, más exageraciones acerca de aquel hombre al que habíamos en su día detestado también hasta el exceso, empezó a salirnos de la boca lo mejor de nuestro instinto necrológico. No parecía que se había muerto un político, sino el Papa de una religión verdadera”, reflexiona el escritor.

Por qué nos pasa lo que nos pasa
Millás critica la hipocresía y el exceso alrededor de la muerte de Suárez. “Se le ha enterrado en una catedral, llevándose consigo, además de los ramos de flores, un aeropuerto, decenas de calles y avenidas, jardines, parques, monumentos, colegios, qué sé yo. De repente, todo se llama Adolfo Suárez”.

“No se fijen ustedes en lo que hemos dicho estos días de Suárez”, recomienda el columnista de El País. “Fíjense en lo que hemos dicho de nosotros al hablar de él y comprenderán quizá por qué nos pasa lo que nos pasa”.