Por supuesto, los ministros y alguna alcaldesa, con cuatro muertes en su currículo y alguna que otra figura del socialismo se descuelgan con estas baratijas: “Que paguen sus deudas”. Mientras a los bancos se las pagamos entre todos, no vaya a ser que alguno tenga que quebrar. De esto sabe mucho el señor Rato, las quiebras, las cárceles y demás lecciones magistrales a la hora de dirigir bancos, le suena mucho de la tradición de su augusta familia.

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