Se nos dice, por ejemplo, que el subsidio de paro en Alemania alcanza en la actualidad sólo un año y asciende al 67% del último salario percibido por el trabajador desempleado, pero no se nos explica que la cobertura de este subsidio es más extensa para todos los parados mayores de 55 años de edad, ni que cuando un parado deja de percibir este subsidio pasa a percibir una pensión no contributiva de 359 euros mensuales, una pensión a la que se le añade el pago íntegro del alquiler de su vivienda, además del pago de los gastos de calefacción y también otros pagos, según cual sea su número de hijos y la edad de los mismos.

Es cierto que la grave crisis económica actual ha obligado a recortar algunas de estas prestaciones sociales, en especial las pensiones no contributivas, que en principio tienen carácter indefinido, pero en cualquier caso es evidente que en Alemania estas prestaciones están muy por encima de las existentes en España.

Quienes tan aficionados son a ponernos Alemania como ejemplo a seguir en las relaciones laborales deberían tener en cuenta que allí funciona en gran número de empresas el sistema de cogestión empresarial. Este sistema -que recientemente ha sido elogiado y puesto como modelo por el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría- permite que los comités de empresa tengan auténtico poder de decisión en muchos aspectos de la gestión empresarial, desde la fijación de la jornada laboral y la organización del trabajo hasta el establecimiento del rendimiento y los salarios, materias que en España quedan en exclusiva en manos de los empresarios. En Alemania, un país con un muy elevado índice de afiliación sindical, los empresarios asumen todos los gastos de su comité de empresa, incluidos los gastos de formación de todos sus miembros.

Todo esto sucede en un país donde cerca del 40% de los trabajadores pertenecen a empresas que cuentan con comité de empresa, con representación paritaria en los consejos de administración de gran número de estas empresas, sobre todo en las grandes empresas de la minería y el acero. Si añadimos a ello que cualquier despido es nulo si no es consultado al comité de empresa, las diferencias entre nuestro marco de relaciones laborales con el de Alemania resulta abismal.

No obstante, también en Alemania se dejan sentir las consecuencias de la grave crisis económica global que padecemos en la actualidad, bajo la excusa de la flexibilización y desregularización del mercado laboral. De ahí la aparición de nuevos fenómenos, desde los “minijobs” y las agencias privadas de empleo, que ahora implica ya a cerca de 8 millones de empleados. No ha aumentado el volumen del trabajo sino su reparto entre mayor número de personas. Y todo ello en un país con un paro del 7%, con una estructura económica basada en un potente sector industrial exportador y, alerta al dato, con un gasto social que está 25 puntos por encima del de España, que en la actualidad está 15 puntos por debajo de la media europea.

Está por ver si realmente Alemania es el ejemplo a seguir en España en materia de relaciones laborales, pero si es así debe serlo en toda su extensión, no únicamente en algunos aspectos.

Jordi García-Soler es periodista y analista político