García Abad recoge con maestría de viejo rockero de la cosa el runrún imparable que causa estragos entre la clase política, financiera y económica. Si hace unos meses la posibilidad de la llegada de la derecha al poder hacía presumir que la confianza renacería y con ella, el consumo, la inversión y el empleo, ahora mismo la perspectiva no puede ser más desesperada porque el propio jefe del Gobierno ha venido en reconocer que “las cosas no pueden estar peor…”, dijo, para dejar caer acto seguido: “…aunque lo estarán…”

Es justamente esto lo que tiene aterrorizados a propios y extraños que buscan salidas magnis itineribus.

El vaticinio de Felipe
Cuando la crisis había puesto su zarpa en nuestro país fue Felipe González el que desde su experiencia y conocimiento recomendó a Zapatero que buscara un Gobierno de amplio consenso, es decir, un Gobierno de coalición. Era imposible precisamente por la imagen del leonés al que quizá se culpó y anatemizó en exceso, visto lo visto.

Parece obvio que una sola fuerza política, por mucha mayoría parlamentaria que detente, no puede hacer frente a una situación “desesperada” que empeora cada día.

Un 25 o 26% de paro
El leviatán que todo lo devora es el desempleo. Nadie sabe a ciencia cierta cómo hincar el diente a ese hueso cancerígeno que produce metástasis en el cuerpo social de la Nación. Nadie en su sano juicio, ni siquiera en los análisis más catastrofistas de la derecha extrema, se atrevía a aventurar que llegáramos a padecer cinco millones de parados, esto es, un 22 por ciento de desempleo entre la Población Activa.

Pues bien, los cálculos más realistas tabulan ya entre un 25 y 26 por ciento a finales del 2012…y subiendo.

A partir de esos dígitos, ¿qué podemos decir sino lanzar un grito de horror ante tamaña tragedia individual, colectiva, humana, económica y social?

La Merkel, impertérrita
También nos había dicho, y compramos, que con Rajoy habitando en Moncloa la señora Merkel se compadecería de estos pobres y endeudados sureños y permitiría que el dogal griego no llegara hasta nuestros lares.

Na de na. Hay que cumplir con el objetivo de déficit, sí o sí, no se permitirá alegría alguna con el IVA y. Se pasa por el aro teutón o nos degüellan.

Calle arde
Frente a esta realidad, la calle, con los estudiantes de secundaria en bandolera, amenaza con un incendio de enormes proporciones que como primera providencia (Valencia) ha llevado el canguelo a los instalados en general y al poder gubernamental en particular.

En estas circunstancias, una simple chispa puede provocar una inmensa hoguera hasta el punto que el primer ministro ha pedido “por responsabilidad” no dar una mala imagen de España ante el mundo. ¡Alucinado me quedo!

La salida
Con una serie de reformas en marcha (sobre todo la financiera, sin visos de sustanciarse) daría la impresión de que la mayoría absoluta en las Cámaras no es suficiente para agarrar tamaño empeño. Y es ahí donde García Abad y otros muchos ya (en especial entre los poderosos del dinero) entienden que si la situación continúa empeorando se proponga un gobierno de coalición que, desde mis punto de vista, sería de concentración o de salvación.

Tampoco lo tengo personalmente claro. Lo único meridiano es que en estas situaciones de gran crisis todo puede ocurrir. Y ocurre. Por ejemplo, en Grecia, Portugal e Italia. Que son vecinos.

Lo dijo el otro: la situación no es mala, es desesperada.

Los periodistas y analistas estamos, creo, no para decir lo que a nosotros nos gusta sino lo que de verdad ocurre.

Graciano Palomo es periodista y escritor, director de FUNDALIA y editor de IBERCAMPUS