En poco tiempo, apenas dos meses, Rajoy no parece haberse dado cuenta de que ha perdido dos puntos, conforme ha desvelado el CIS. Eso es muy significativo y poco habitual. Quiere decir que no sólo no se ha consolidado como presidente del Gobierno, sino que su imagen política ha empezado de nuevo a devaluarse.  Al fin y al cabo, Rajoy siempre había aparecido muy por debajo de José Luis Rodríguez Zapatero.

El vendaval de la crisis
Fue la estruendosa caída de Zapatero -en medio del vendaval de la crisis- la que acabó con el presidente socialista y abrió las puertas de La Moncloa a un Rajoy  que subió como la espuma a base de no hacer nada  y de culpar de todos los desastres al PSOE y al jefe del Ejecutivo. El responsable era, sin duda,  Zapatero –clamaban los voceros mediáticos de los populares-, como si la crisis hubiera sido una simple ocurrencia del leonés. Ahora, sin embargo, se lamenta, alude a la “herencia recibida” y sostiene que no ha habido “un punto de partida peor”.

¿Confianza a los ciudadanos?
Ahora Rajoy dice estas cosas. Pero, mientras tanto, olvida o desecha acordarse de que él y los suyos habían reiterado en muchísimas oportunidades y en voz alta que, una vez retirado Zapatero y con un Gobierno popular  transmitiendo confianza a los ciudadanos, a los mercados, a las agencias de calificación, a la Unión Europea y a los organismos financieros más relevantes,  la coyuntura cambiaría de inmediato. Se nos repetía que iban a recuperarse paulatinamente, aunque con firmeza, la prosperidad y el número de empleados.

El portavoz ahora mudito
En septiembre, a dos meses de las elecciones generales, Esteban González Pons -ese portavoz actualmente mudito, que ya no habla- se instaló en el número circense del “más difícil todavía”, augurando que el Gobierno del PP crearía tres millones y medio de puestos de trabajo. Ayer, Rajoy tuvo que reconocer la “crítica” y “grave” situación en la que se encuentran los parados, advirtiendo  que  se incrementará el desempleo.

Ejecutivo tambaleante
Rajoy, por lo demás, preside un Ejecutivo tambaleante y en absoluto cohesionado, donde cada cual da la impresión de que va a lo suyo. Si se hubiera producido en el Gobierno socialista la mitad de las meteduras de pata que se observan fácilmente en  algunos integrantes del Consejo de Ministros, habría rugido la marabunta amarillista insultando a Zapatero. De hecho no pararon de insultarle a él y, sobre todo, a sus ministras, martirizadas por la caverna desde tan sólo minutos después de haber prometido el cargo.

Y RTVE, tampoco
Lo único que ha hecho Rajoy es subir los impuestos, plegarse a la CEOE con la reforma laboral, provocar probablemente  una huelga general y convertirse en el monaguillo del cardenal Rouco Varela al grito de aborto, no; homosexuales, no, feministas, no, y RTVE, tampoco. COPE, Alfa&Omega, Intereconomía y el resto, sí, ¡aleluya!

Enric Sopena es director  de ELPLURAL.COM